Veracruz, 17 de Diciembre; poderycritica.- A un año de la muerte del danzante, Nicolás San Martín al caer de un palo volador, su deceso continúa causando tristeza y desolación en la familia, pero también entre sus compañeros quienes lo siguen recordando con gran nostalgia, por lo cual han iniciado una intensa campaña para obtener un seguro de mayor cobertura.
El pueblo papanteco aún recuerda el trágico suceso ocurrido el 17 de diciembre del 2013 y en donde perdiera la vida el danzante al caer de una altura de poco más de 18 metros, esto ante la mirada atónita de cientos de asistentes.
La muerte de Nicolás San Martín, que sucedió ante miles de personas sigue aún fresca en las memorias de muchas personas, sobre todo que día a día todos los voladores arriesgan su vida por representar a la cultura totonaca, pero están prácticamente desprotegidos por las autoridades.
Muchos de los danzantes no cuentan con seguro de vida, aunque mucho se haya dicho sobre el tema, ya que el seguro que se les ha otorgado sólo los ampara cuando se encuentran volando y no de manera completa, por lo que los danzantes han emprendido una lucha por obtener mayores beneficios.
En repetidas ocasiones los danzantes han expresado su necesidad de contar con un seguro y un sueldo, pues se ven en la necesidad de ejecutar esta peligrosa danza a cambio de unas cuantas monedas, siendo las temporadas vacacionales donde obtienen regulares ingresos, mientras el resto del año sólo son utilizados para imagen publicitaria.
Los mismos señalan que el seguro no les da una cobertura total, pues aun cuando se encuentran caminando o realizando cualquier actividad, siguen siendo voladores y representan esta danza que es reconocida a nivel mundial y que ha obtenido el reconocimiento por parte de la UNESCO como patrimonio intangible de la humanidad.
La misma familia del finado, tuvo que esperar varios meses y superar una gran cantidad de obstáculos gubernamentales, para que el dinero del famoso seguro de vida por fin llegara hasta los deudos.
Nicolás San Martín, es recordado por sus familiares y compañeros danzantes, mismos que reconocen la valentía del hoy occiso, el cual también era maestro en una escuela de niños voladores y embajador de la cultura que alberga el pueblo totonaco.