Caracas, 02 de Octubre; poderycritica. (Notimex).- Venezuela está empeñada en recuperar su liderazgo como productor y exportador del que considera mejor cacao del mundo, actividad que antes de la aparición del petróleo y junto con el café, constituyó su única fuente generadora de divisas.
“Hay que avanzar en la exportación del cacao, no sólo como materia prima, que es conocido como el mejor del mundo, sino que se progrese en el fortalecimiento de la exportación del producto final, que es el chocolate”, afirmó la ministra de Comercio, Isabel Delgado.
Destacó que si se logra posicionar internacionalmente el chocolate con la marca “Hecho en Venezuela”, tendríamos una dinámica económica importante “por ser este país el de mayor referencia como productor del mejor cacao del mundo”.
Delgado añadió que con el fin de posicionar el chocolate venezolano en el extranjero, la cartera de Comercio intenta establecer alianzas con los grandes productores de chocolate a nivel internacional.
“El cacao venezolano ha sido siempre una exportación preciada. Cosechado por esclavos durante la época de la colonia española en el siglo XVII, se exportó a Europa durante muchos años y se convirtió en soporte fundamental de la incipiente economía criolla”, afirmó el cronista del central estado Miranda, Luis Castillo (Castillito).
Destacó que a principios del siglo XX irrumpe el “boom” petrolero, desplazando al café y al cacao como los rubros más importantes para el sostenimiento de la economía venezolana. Los agricultores emigran a los campos petroleros y la producción del grano empieza descender.
“Los entendidos dicen que el chocolate venezolano tiene aromas y sabores exquisitos derivados de sus variedades de cacao, la tierra y el clima, junto con la cuidadosa fermentación y proceso de secado. Entre estas variedades destaca el “porcelana” y el “Chuao”, famosos mundialmente”, aseguró.
Antonio Pasquali, comunicólogo, exfuncionario de la Unesco, profesor jubilado de la pública Universidad Central de Venezuela (UCV) y quien se define como “chocolatómano”, no vacila en afirmar que “en los bosques venezolanos nacen los Rolls Royce y los Ferrari del cacao».
Añadió que el término de “los grandes cacaos”, que se acuñó en Venezuela hace algún tiempo, para referirse a las personas pertenecientes a la alta nobleza, muy adineradas o cultas, tuvo su origen precisamente en las grandes virtudes del grano criollo.
En su opinión, el chocolate criollo es uno de los mejores del mundo, junto con los de Madagascar y Ecuador, al reconocer el mérito de las empresas chocolateras privadas por haber dado a conocer más allá de las fronteras venezolanas este delicioso y exquisito producto.
“Lamentablemente, hoy Venezuela produce solo 17 mil toneladas de cacao al año, menos de la mitad del 1.0 por ciento de la producción mundial”, indicó José Contreras, presidente de la Asociación de Productores de Cacao (Aproca), del oriental estado Sucre.
“Y ello es así, porque el cacao siempre fue visto como un cultivo artesanal y nunca se promovió su exportación en gran escala, sin embargo la compañías fabricantes de chocolates se propusieron dar a conocer al mundo la calidad del producto y actualmente lo exportan a Estado Unidos, Europa y Japón”, declaró.
Resaltó que según datos del Consejo Nacional de Productores de Cacao (CNPC), Venezuela cuenta actualmente con unas 70 mil hectáreas sembradas y busca cerrar el 2014 con la incorporación de 15 mil hectáreas más.
De esta forma se da cumplimiento al decreto firmado en 2010 por el fallecido expresidente Hugo Chávez Frías, quien declaró al cacao como producto estratégico e inyectó millonarios recursos para mejorar semillas e instalar plantas de procesamiento.
Según datos del gobierno nacional, la producción de cacao fino de aroma en el año 2013 tuvo un repunte de unas pocas toneladas más por encima de su promedio anual de 17 mil toneladas, sin embargo en opinión de expertos este esfuerzo no ha sido suficiente.
La meta de Venezuela es producir 54 mil toneladas por año para el 2021, en el marco de la recuperación de una industria que fue olvidada por décadas, debido a la dependencia que tiene el país de la industria petrolera.