Por: René Ramírez Benítez
La Auditoría Superior del Estado (ASEY) es el órgano máximo de la entidad que tiene como función principal, y en palabras sencillas: combatir la corrupción y demandar la rendición de cuentas en los municipios, entidades públicas e instituciones que reciban dinero público. La fiscalización de esos recursos y/o cuentas públicas es una tarea fundamental e imperativa para la construcción de una sociedad democrática que sepa el destino de los recursos. Un estado que tenga certeza del dinero que nosotros como ciudadanos, inyectamos a las arcas en beneficio de todos. En estos momentos, se está llevando a cabo el cambio de su dirigente: el Auditor Superior del Estado; si bien, es importante el tipo de persona que vaya a ocupar este puesto y la existencia de un historial político/partidista que llegue a lesionar la necesaria autonomía de la institución, lo de mayor trascendencia es la voluntad de la clase política y la atención e involucramiento tanto de la academia como sociedad civil, para fortalecer y dar mejores y mayores armas a órgano fiscalizador de la entidad, para que por medio de reglas claras y dientes mas fuertes, pueda perseguir las faltas graves de los servidores públicos. Otro tema fundamental, es el empoderamiento del proceso de selección del Auditor Superior, ya que la comisión del Congreso local encargada de su designación, la de Vigilancia de la Cuenta Pública y Transparencia, ha realizado un escrutinio pobre y de mala calidad, sobre un cuestionamiento profundo y un análisis serio de los 11 candidatos al puesto. Algo de tal envergadura, debería invocar una serie de posicionamientos críticos por parte de los legisladores de la oposición. Evitar a candidatos que con relaciones partidistas lleguen a este cargo, y cuando exista dicha relación, denunciarla y señalarla, cuestiones que ningún ha realizado. El legislativo local demuestra una vez más, ser un león domado; el contrapeso perdido que prefiere negociar ante intereses particulares y partidistas, sobre las necesidades actuales de la sociedad.
Sobre el primer punto relacionado a la Auditoria Superior del Estado como institución ; el cambio de su máxima autoridad viene en aras del diseño e instrumentación del Sistema Estatal Anticorrupción (SEA), el cual tendrá armonizarse con el Sistema Nacional. Mismo que deben privilegiar la sanción de acciones como el peculado, conflicto de interés, enriquecimiento ilícito, entre otros, pero también deberá tener los mecanismos necesarios para prevenir dichas actitudes. Ello devendrá con la reforma a la Ley de Fiscalización, la cual es la que rige a la Auditoría Superior. En estos momentos, se está cocinando en la Congreso local las reformas que darán vida a este sistema, y la ASEY será el personaje principal la obra. La conjugación de ambos sucesos (designación de Auditor Superior y la instrumentación del SEA) es el momento perfecto para generar una institución con mayor fortaleza.
La Auditoría Superior se ha distinguido con sus informes y sus denuncias ante la Fiscalía General del Estado, sin embargo, la ASEY quedó sola ante la lucha contra la corrupción. Es el momento clave para que la armonización de todas las instituciones y las leyes, sea en beneficio de toda la sociedad que vive en el país más corrupto del mundo.