Villahermosa, Tab. 27 octubre; poderycritica.-Luego de ocho años de que la capital tabasqueña y varias comunidades sufrieran la mayor inundación de la historia reciente prevalecen secuelas económicas, sociales, polítcas y emocionales, coinciden investigadores, historiadores y académicos.
La doctora en Sociología, Rosa María Romo López; el doctorante en Historia y Estudios Regionales, Raymundo Vázquez Soberano y el historiador de Villahermosa, Geney Torruco Saravia afirman que principalmente la gente y la ciudad no ha recuperado su patrimonio perdido en el 2007 y aún resienten los efectos de ese evento traumático.
Pero siempre no hay que olvidar algo, que existe una memoria, el agua como tal tiene y que existe un peligro, si no inmediato, si con riesgo latente que las cosas pudieran volver a suceder, convergen Romo López y Vázquez Soberano.
En una fecha como hoy de hace ocho años, una extensa masa polar del Frente Frío número 4 y una Tormenta Tropical descargaron lluvias torrenciales en norte de Chiapas y en Tabasco, que terminaron con desbordar ríos y presas para anegar la planicie tabasqueña.
En ese fatídico octubre, se registró una precipitación acumulada estatal de 689.79 milímetros, rebasando la media de 182.47 de ese mes. La creciente del rio Grijalva frente a esta capital alcanzó la altura de 7.23 metros sobre el nivel del mar –la máxima altura de Villahermosa alcanza los 10 metros snm –.
El estudio elaborado exprofeso por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Tabasco perdió 31 mil 871 millones de pesos, el 30 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del estado. El 62 por ciento del estado estuvo bajo el agua en sus momentos más difíciles, afectando alrededor mil 500 comunidades, pero por el número de afectados y daños, Villahermosa fue la más devastada.
La doctora en Sociología y Profesora Investigadora de la DACSyH-UJAT, Rosa Maria Romo López destaca que cada desastre natural, desde su misma génesis, no sólo pone en peligro la integridad y vida de las personas, sino que ocasiona efectos imperecederos en cada una de los afectados y deja tras de sí secuelas económicas y por supuesto emocionales.
Explica que les pueden causar padecimientos como la depresión o ansiedad y que pueden afectar seriamente la calidad de vida del individuo en relación con su entorno social.
Sucesos traumáticos como el ocurrido en el 2007, originan que a nivel colectivo se pierde la confianza en las instituciones encargadas de evitar y socorrer en caso de desastres, lo cual hace mella en la necesidad de seguridad que es esencial para la salud emocional y social de las personas.
Esa situación se agrava, a su vez, con la condición esencial de los desastres que estriba precisamente en que no pueden anticiparse del todo, y esta cualidad aumenta la incertidumbre y el estrés, sobre todo en las poblaciones que habitan zonas de riesgo y que cada año, periódicamente, son susceptibles de afectaciones por fenómenos hidrometerológicos, llegando en algunos casos a provocar desplazamientos forzados.
La catedrática investigadora de la División Académica de Ciencias Sociales y Humanidades de la UJAT, estima que “después del desastre de 2007, sin duda la mayoría de la población comenzó a tomar conciencia del riesgo que representan situaciones como, por ejemplo, habitar en las márgenes de los ríos, tirar residuos sólidos en lugares inadecuados o incluso el relleno y construcción en zonas como los llamados vasos reguladores”.
“Pero – subraya Romo López – como no existen en la práctica políticas públicas claras orientadas a lograr un desarrollo sustentable en todas su vertientes, con el paso de los años, la posibilidad de una conciencia colectiva en torno a la cuestión ambiental y los efectos de los desastres naturales, se ha diluido”.
La socióloga destaca que lo cierto es que superar las consecuencias emocionales y sociales, en un contexto en el cual no existen esquemas gubernamentales de apoyo en ese sentido, requiere de mucho tiempo y esfuerzo personal a nivel del individuo, el cual no siempre tiene la capacidad de afrontar las consecuencias de los eventos desastrosos a los cuales está expuesto.
“Las secuelas son producto de condiciones igualmente sociales y económicas, basadas en un desarrollo desordenado, que históricamente fue incidiendo en el poblamiento y ocupación de zonas inundables”, señala Romo López, al coincidir también con los académicos de la UJAT, Raymundo Vázquez Soberano y Geney Torruco Saravia.
Entre otra infinidad de secuelas sociales, fue la expropiación de predios e inmuebles del tipo casa habitación de personas asentadas en las márgenes de los ríos y reubicados en asentamientos construidos ex profeso,tal como sucedió a las más de 300 familias de la colonia Casablanca segunda sección, que fueron reubicadas por vivir en una zona que de pronto se volvió de alto riesgo.
También se generaron problemas políticos con la construcción de canales de alivio del Plan Hídrico Integral, para desviar grandes cantidades de agua hacia zonas rurales y con ello evitar mayores daños en la capital del estado y su zona metropolitana.
Con la doctora en Sociología, coincide Vázquez Soberano, quien aclara que el costo de esa calamidad ha sido alto, no para la sociedad villahermosina, sino para todas las comunidades que en términos generales viven alrededor de la capital de Tabasco. Esas comunidades son las que han cargado con el costo político que ha implicado. En términos sociales hemos tenido una visión centralista.
“Ese es uno de los problemas de Tabasco, pensamos que todo es Villahermosa. Y todo lo que sucede fuera de ella pues no es problema. Desde la perspectiva social y política pues es más fácil lidiar con problemas de inundaciones externas en donde precisamente por la distribución de la población hay menos concentración, que el tener la inundación en el centro de la capital”, critica el académico de la DACSyH de la UJAT.
Romo López, profesora Investigadora de la DACSyH-UJAT, indica que aunque los canales lograron su propósito, provocó que los habitantes de esas zonas rurales fueran vulnerables a las inundaciones en una proporción mayor a lo acostumbrado, provocando nuevas y serias afectaciones en sus actividades económicas, ligadas obviamente al sector primario por tratarse de localidades rurales.
Esa situación dio pie a que las comunidades afectadas demandaran atención de la CNDH, que determinó la Recomendación 61/2011, dirigida a la CONAGUA, al Gobierno del Estado de Tabasco y a los Ayuntamientos de Centro, Huimanguillo, Cárdenas, Cunduacán, Paraíso, Centla, Jalpa de Méndez y Nacajuca.
Al citar que se debe trabajar en procedimientos de alertas tempranas y formulación de proyectos de mitigación de desastres, refiere que el Informe mundial sobre desastres del año 2014, preparado por la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja: “La mayoría de los habitantes de lugares expuestos a graves amenazas son conscientes de los riesgos, incluidos los seísmos, los ciclones tropicales, los tsunamis, las erupciones volcánicas, las inundaciones, los corrimientos de tierra y las sequías. Sin embargo, permanecen en ese lugar por necesidad o por no tener otra opción, puesto que allí disponen de medios de vida.”
Entre tanto, el economista e historiador de Villahermosa, Geney Torruco Saravia recuerda que desde la calamidad histórica registrada en el 2007, “ha sido un gran problema mantener la ciudad en buenas condiciones, como el bacheo, drenaje, calles, escuelas”.
El escritor de varios tomos sobre la fundación e historia de la capital tabasqueña, lamenta que a la fecha mucha gente no ha recuperado económicamente tras perder el patrimonio de sus hogares, y simplemente la cantidad que le dieron de apoyo gubernamental no fue suficiente para rescatar una casa y todos los muebles perdidos y enseres.
Relata que mucha gente perdió sus blibliotecas, libros, documentos y se quedaron sin identificación siquiera. Igual ropa y carros. A ocho años de distancia de ese evento calamitoso la gente no sale de sus problemas y secuelas.
“Hasta ahorita no han logrado una recuperación del 100 por ciento de pérdidas materiales. La gente que salió perjudicada en serio no puede olvidar esa catástrofe. Existe un buen número de gente afectada”, menciona el catedrático de la UJAT
Torruco Saravia señala que hasta lo más trascendente realizado tras ess desastre hídrico, fue la recuperación de los espacios culturales. Se hizo un gran esfuerzo por la ex directora de Cultura del estado, Norma Cárdenas, quien le dedicó mucho esfuerzo y consiguió recursos.
El historiador considera que Villahermosa se había salvado por suerte hasta antes del 2007, y menciona que antes en 1670, cuando ocurrió el Rompido del Mezcalapa, que vino a incrementar el caudal, inundó terriblemente a Villahermosa
Pide entender que las inundaciones afectaron cada vez más, porque se poblaron zonas y espacios que antes estaban desocupados. Entonces fue un desorden terrible.
“La gente ha construido avenidas, viviendas y comercios donde se le ha ocurrido y se han tapado vasos de regulación y otros espacios hídricos, que por supuesto afectaron a la ciudad. Antes se ahogaban unas vacas y no pasaba más”.
El también economista por la UNAM y oriundo de Huimanguillo, externa que a la inundación del 2007 se le deberá dedicar espacio considerable de muchas páginas para registrarlo. A la hora de tratarlo en un libro sobre la historia de Villahermosa se tendrá que realizar un buen recuento y repaso y plasmar las cosas más trascendentes.
Torruco Saravia asegura que es una catástrofe que no se olvidará nunca porque ha sido la afectación más seria en función de la gente que afectó.
Si antes se inundaba Villahermosa, eran algunos barrios, pero lo que es el centro propiamente no lo afectaba. El agua llegaba a diez o 30 centímetros. En octubre del 2007 todo fue diferente para la capital.
También el licenciado, Maestro y Doctorante en Historia y Estudios Regionales, Raymundo Vázquez Soberano, califica que la inundación del 2007 es la más importante del Siglo XXI, la que más ha impactado y a la que le han destinado miles de millones de pesos para tratar de darle solución “a algo que tal vez no tenga solución como tal, dada la situación y ubicación geográfica” de la entidad.
Vázquez Soberano asegura que los tabasqueños tienen dentro de la memoria social interna una especie de trauma por la inundación del 2007.
Al precisar que existen situaciones que son irreversibles, opina que Tabasco en términos generales tendrá que aprender de nuevo a crear una conciencia colectiva para poder convivir con estos ciclos desordenados que se tienen en la actualidad con los fenómenos relacionados con las inundaciones y las grandes crecientes de ríos.
“Una de las cuestiones que observo dentro de esta dinámica, es la siguiente:
Pareciera ser que en la sociedad tampoco le interesa mucho, es una sociedad apática y dormida de cierta forma, que no ha tenido la capacidad para organizarse de la manera adecuada para poder participar con las autoridades en la solución del problema, ya no a las inundaciones, sino a los posibles efectos catastróficos que estas pudieran derivar”.
Lamenta que se haya entrado en sociedad de las denuncias, “denunciamos todo, corrupción, impunidad, tráfico de influencias, el poco avance de la administración pública en soluciones que pudieran parecer adecuadas al fenómenos de las inundaciones, pero nada más”.
No se pasa de allí, todos hablan, todos dicen, “pero esta lluvia y tormenta de reclamos e indignación, no ha logrado cuajar en la organización de movimientos sociales que pugnen en esencia por la solución adecuada de esos problemas que tenemos y nos están lacerando”.
Sostiene el profesor investigador de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco que en realidad han sido pocos los avances logrados para solucionar el problema, al menos en el contexto de la ciudad de Villahermosa. Es decir pocos en el sentido de lo que es la organización de la sociedad.
En su opinión, los mayores avances, en este caso y por fines políticos y lo que implica tener una capital tan importante como es Villahermosa, desde la perspectiva petrolera, fue el amurallarla. Es lo más notable. Pero ya no se han sufrido de inundaciones de gran envergadura.
“El amurallamiento de la ciudad ha recobrado una confianza entre los habitantes para poder seguir invirtiendo y decidir quedarse a vivir dentro de lo que es la ciudad”.
Pero ahora el problema realmente que se vive, no es tanto por la cuestión de la inundación el quedarte a vivir en los suburbios de la ciudad, sino que tienen que ver ya de manera directa con otros fenómenos como la delincuencia, entre otros aspectos.
Al referirse al muro construido en el centro de la capital para tratar de contener las aguas del río, el historiador tabasqueño destaca que esa obra estéticamente no es lo mejor, incluso le quitó belleza a lo que es la riqueza de la ciudad.
“Allí no se ha tenido la posibilidad de un buen proyecto arquitectónico que diera la posibilidad de, si bien protegernos en términos generales, por otra parte también disfrutar de una de las bellezas de México”.
Para la población que convive todos los días con los ríos, el Grijalva pasa desapercibido, pero realmente es una belleza impresionante en términos generales para quienes vienen a visitar a Villahermosa y se les tendría que ofertar una mejor opción para que pudieran apreciar una de estas maravillas, propone.
Esa pared ha generado una especie de sentimiento contrario a lo que es una idea estética, el disfrute de la naturaleza con la misma sociedad tabasqueña.
Algo se tendrá que realizar para tratar de recobrar esa belleza natural, sin que en un momento se pierda el cuidado de tomar precauciones para evitar en la medida de lo posible una catástrofe como la del 2007.
Dice que la gente dejó de visitar el malecón y grupos que a diario realizaban su rutina de ejercicios a lo largo de la orilla del río, también ya no continuaron sus recorridos. Tenía una dinámica que se terminó.
“Definitivamente lo que se perdió será difícil de recuperarlo. Solo se recuperó algo”.
Asegura que tampoco volverá la plusvalía que tenían el centro y las zonas inundables, pues las zonas de alto riesgo se devalúan el valor de la propiedad, todo se encuentra muy devaluado.
Ir a las Gaviotas, es una de las opciones finales que se tiene, no se encuentra una zona que asegure la estabilidad desde las perspectivas de las inundaciones. Los que allí habitaban perdieron muchos de sus bienes, algunos se están recuperando, pero dado los embates de las crisis económicas que se viven, pues cada vez es más difícil.
Igual los documentos y fotos de las historias de las familias fue una pérdida irreparable, tanto de lo familiar como de lo social. Se perdió mucho de la memoria e historia de la ciudad, lamenta el historiador, Maestro y Doctor en Historia y Estudios Regionales.