Poder y Crítica | Redacción | Becas para mujeres que estudien ingenierías en Yucatán. Ese fue el anuncio que hizo el gobernador Mauricio Vila Dosal el pasado 9 de noviembre. Y es que, según cifras de la Secretaría de Investigación, Innovación y Educación Superior actualmente la matrícula en carreras de Ciencia, Tecnología, Innovación y Matemáticas (STEM por sus siglas en inglés) en todas las universidades de Yucatán es de 6,206 estudiantes, cifra de la cual solo el 22% son mujeres.
Eso es en los números. En la realidad, las mujeres que decidieron dedicarse a alguna ingeniería se enfrentaron a maestros que consideraban que dichas carreras eran para hombres o debieron ser cuidadas por sus compañeros. A continuación, los testimonios de dos académicas yucatecas, quienes hablan de su experiencia en esas carreras que algunos dijeron que no eran para ellas.
Y aunque son de generaciones con décadas de diferencia, una en la Universidad Autónoma de Mérida y otra del Instituto Tecnológico de Mérida, hay ideas que se repiten, tanto de antes, como de ahora, cuando ambas buscan motivar a más mujeres a que hagan carrera en las ingenierías, esas que algunos llaman rudas. También coinciden en que las becas para mujeres son necesarias.
María Milagrosa Pérez, yucateca con doctorado en ingeniería
A la hoy doctora María Milagrosa del Carmen Pérez Sánchez su papá quiso meterla a trabajar cuando concluyó la primaria. Lo mismo ocurrió cuando terminó la secundaria. Luego quiso que fuera docente. Sin embargo, fue su madre quien se opuso y se encargó de empoderarla. Eran los 70 y entonces, dice la académica, su principal reto era en contra de la pobreza.
«Aún ahora conozco familias que creen que no vale la pena invertir en la educación de la mujer, porque se va a casar. Afortunadamente mi mamá luchó contra eso. Ella me empoderaba mucho. Yo he visto mucha gente que es inteligente, pero no tuvo la oportunidad de estudiar», explica.
Vecina de la Vicente Solís, contó con el apoyo de sus tíos, braceros en Estados Unidos, para seguir con sus estudios. Ella trabajó desde el primer año de la carrera de Ingeniería Civil en la Uady.
«Por ser mujer me dieron el trabajo de noche, para que estuviera muy segura, me dijeron». Entonces sacaba muestras de concreto en los silos de la harinera yucateca. Sin embargo, su actitud y trabajo destacó y en poco tiempo se convirtió en residente de obra.
Retos para las mujeres ingenieras
En la universidad fue la única mujer en su grupo, junto a 40 hombres. En la generación inmediata a la de ella no hubo aspirantes a ingenieras. «Nunca tuve maestras», dice. «Para mí el ser mujer no significó un reto durante mi carrera. Fue después cuando empecé a darme cuenta de que tenía una desventaja frente a mis compañeros».
La hoy doctora en Ingeniería con Especialidad en Ciencias del Hábitat cuenta con títulos tanto de la Uady como del Instituto de Ciencias Aplicadas de Lyon, Francia. Fue en Europa donde, afirma, enfrentó los mayores casos de discriminación.
«Eran muy machistas. Me pasaban al pizarrón para exponerme. me pasaban a extraordinarios sin haber hecho nada. Ahí las evaluaciones eran por observación», recuerda la académica investigadora de la Uady, quien obtuvo la doble titulación de la ingeniería en 1979.
Casi una década después regresó a Francia en busca del doctorado, grado que obtuvo en 1989. «En el doctorado también tuve enfrentamientos. Para ellos los científicos tenían que ser hombres… Yo estudié ahí porque la mujer francesa estaba en liberación. En las playas te las encontrabas en topless, pero no en las aulas».
Carreras STEM para mujeres
Con el paso de los años la doctora Pérez considera que uno de los principales retos que ha enfrentado como mujer es la invisibilización. «Nuestros mismos compañeros nos hacen invisibles para que ellos ocupen los puestos, porque son mayoría y porque consideran que el hombre es más capaz en las áreas de ingeniería. En general, los hombres piensan que un ingeniero hace mejor un trabajo que una ingeniera, incluyendo en puestos de la Uady», afirma María Milagrosa Pérez, quien fue la primera mujer doctora en la facultad de ingeniería.
«Hay directores que no saben qué estudié. Los arquitectos me han dado mas visibilización que los ingenieros, porque quieren aprender de mí», añade la experta en eficiencia energética en edificios, con una especialización en Energías Renovables por la Universidad de Harvard.
Hoy la investigadora participa tanto en programas de igualdad de género de la Uady, en contra del acoso y en grupos promovidos por Conacyt para impulsar las carreras STEM entre mujeres.
«Yo nunca sufrí acoso, o no me di cuenta. Mis compañeros de generación son unas personas fabulosas. Siempre me cuidaron. Ahora sí han habido problemas», dice la profesora, antes de agregar que en la facultad de ingeniería se han presentado casos de acoso a alumnas. Incluso añadió que en una encuesta un alto porcentaje de estudiantes mujeres manifestó haberse sentido acosadas al menos alguna vez. «Hemos trabajado mucho en la situación». Como dato de referencia, en el período escolar 2020-2021, en los programas de ingeniería de la UADY se matricularon 1,110 estudiantes (76 % del sexo masculino y 24 % del femenino).
«Yo me siento con muchas ganas de ayudar a las jóvenes. Empoderarlas, que no dependan de nadie y que sepan que las cosas no son como se las pintan en sus casas. Estamos promoviendo que las chicas entren a las ingenierías. Cuando yo estaba en la primaria no imaginé que saldría de donde vivía. Crecí en una casa sin servicios. Jamás me imaginé que iba a tener auto y una casa propia con todos los servicios».
Érika Rubio, ingeniera mecánica con maestría en Energías Renovables
Érika Haydé Rubio Cámara, investigadora del Instituto Tecnológico Superior de Progreso y egresada del Tecnológico de Mérida, tuvo un maestro adulto mayor que creía que las mujeres debían estar en casa y no debían tener estudios en ciertas ingenierías como la mecánica, la cual ella cursó. Y eso que para cuando la ahora maestra en Energías Renovables comenzó sus estudios en el Tec ya era 2008.
En su generación eran 100 hombres y dos mujeres. Ella también considera que sus compañeros la protegieron y cuidaron. También tuvo docentes que la apoyaron mucho: «No por el hecho de ser mujer, pero sí por ser muy preguntona».
«Fuimos dos mujeres que logramos entrar y logramos salir como ingenieras mecánicas. Hubo docentes que podrían tener otros intereses o que hicieron insinuaciones y hubo que hacerles ver que las cosas no eran así. Fueron situaciones que se pudieron resolver en lo personal y no pasaron a más#, recuerda la investigadora.
Para la maestra Rubio Cámara uno de sus retos fue ser líder. Como técnico de operaciones aeronáuticas, carrera que estudió antes de la ingeniería, le tocó trabajar con hombres adultos a quienes les costó mucho trabajo recibir órdenes de una mujer. «Antes no era bien visto que una mujer dirigiera a un hombre».
«Les costaba entender que una mujer podía ser su jefa»
«Cuando estuve en el aeropuerto, no tenían la introducción de mujeres en su equipo de trabajo y les constaba mucho entender que una mujer podría ser su jefa, eso fue al principio de 2000. Además, como en cualquier lugar existía acoso y envidias».
Hoy Érika Rubio trabaja en promover las ingenierías entre las mujeres y el respeto hacia ellas desde las aulas. «(En el Tecnológico de Progreso) somos más mujeres que dan clases a hombres. Ahí se les está inculcando el respeto y que se les haga costumbre tratar con ellas».
En su opinión considera que las becas y campañas para involucrar a las mujeres en las carreras STEM son necesarias y han ayudado. Antes no había estos apoyos, tampoco para mujeres estudiantes madres de familia, dice.
Ingenierías para mujeres: «Aunque sea la más loca»
«En la mujer se apoya mucho de la casa. Si ella mantiene a la familia a veces llegan a desertar, si tienen una responsabilidad más allá de la escuela. Además, todavía existe la idea de que la ingeniería es para hombres», afirma la también egresada del Centro de Investigaciones Científicas de Yucatán. Además, agrega, hay ingenierías en las que el involucramiento de las mujeres ha sido aún más lento, como la mecánica automotriz frente a otras como sistemas o la industrial.
Hoy la inclusión de mujeres en proyectos ha demostrado que «están a la par en cuanto a habilidades, que aportan mucho y participan mucho», añade la especialista. Así, se encarga de motivar a sus estudiantes, hombres y mujeres, a formar buenos equipos y a que ambos pueden ser líderes.
A las mujeres les pide que no tengan miedo. «Si quieres estudiar una ingeniería, aunque sea la más loca, desarrolla experiencias y habilidades. Al principio no sabe que es una llave. La ingeniería es muy bonita no se van a arrepentir».
Y por si alguien necesita aún más inspiración, un mensaje de la ingeniera Katya Echazarreta, la primera mujer mexicana en el espacio.