Guadalajara, Jalisco; 30 de marzo; poder&crítica.- La pérdida de audición tiene distintos niveles y características, por lo que las personas pueden detectarla en sus etapas iniciales, dijo la especialista María Angélica Torres Ornelas.
Ante ello, exhortó a la población a detectar posibles daños en la audición o hipoacusia, lo cual incluye también a los infantes.
La otorrinolaringóloga adscrita a la Unidad de Medicina Familiar con Atención Ambulatoria (UMAA) 52 del IMSS en Jalisco señaló que la audición en términos normales corresponde a la capacidad de escuchar con una intensidad entre 10 y 30 decibeles y tienen una medida entre 250 y mil hertz, que es como se mide la frecuencia de sonidos y palabras.
Explicó que la hipoacusia «es una disminución en la capacidad auditiva en dos sentidos, reducción en la capacidad de percibir los sonidos a una intensidad normal, y descenso en la capacidad de escuchar correctamente las palabras emitidas por el interlocutor o personas involucradas en la plática».
La especialista del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) dijo que cuando una persona tiene necesidad de subir la intensidad de los sonidos o palabras entre 45 y 65 decibeles para poder percibirlos, puede ya presentar una sordera media, en tanto si sólo escucha entre 65 y 100 decibles su audición presenta un daño severo.
«Cuando te tienen que subir la intensidad del sonido o hablar muy alto, casi como gritar estamos hablando de un daño severo, cuando el daño ya está por encima de los 65 a 100 decibeles», afirmó.
Torres Ornelas manifestó que las personas que tienen daño auditivo suelen presentar algunos rasgos de conductas hipoacúsicas que pueden alertar sobre la necesidad de acudir con un especialista a fin de frenar su progresión.
«Si no percibe bien, va a tener conductas hipoacusias a simple vista o de manera obvia, pide que le repitan las cosas, la tendencia es a girar su cuerpo y cabeza a ver con que oído escucha mal, el repetir para corroborar lo que le dijiste, y lo reproduce mal, eso muestra una dificultad, hacer un cambio auricular del teléfono para percibir mejor el sonido, etcétera», apuntó.
Mencionó que en los recién nacidos también es posible detectar indicios de sordera a través de la evaluación de los reflejos del infante.
«Se puede ver en el recién nacido, se explora con lo que conocemos como el ‘reflejo del moro’, que consiste en probar desde que el niño acaba de nacer, normalmente se dan aplausos suaves sobre su cabecita y él tiene una reacción, una tensión muscular en reacción al sonido, que le provoque una reacción, si no es así podemos sospechar de hipoacusia», señaló.
Precisó que en las primeras etapas de la infancia puede advertirse la posibilidad de hipoacusia, «como en el caso de los niños lactantes que al estar dormidos no despiertan o se mueven en respuesta ante estímulos como cerrar la puerta, hacer movimientos u otro tipo de ruidos».
«Asimismo si no mueve su cabeza hacía donde recibe un estímulo sonoro se puede sospechar de sordera por ejemplo cuando se le habla o se le hace ruido con una sonaja», mencionó.
Puntualizó que en niños a partir de los dos años, se puede detectar también la problemática a la par que el infante comienza a desarrollar el proceso del lenguaje.
Destacó que la hipoacusia es multifactorial, «entre sus causas principales están trastornos de enfermedad de la madre durante la gestación, exposición al ruido o sonidos altos, uso de medicamentos ototóxicos, procesos infecciosos recurrentes e intensos de vías respiratorias altas».
Concluyó que «además, las enfermedades crónico degenerativas, como diabetes e hipertensión, sin control pueden derivar en daños a la audición irreversibles».