Chetumal, Q. Roo, viernes 15 de Octubre de 2021, poderycrítica.- La convicción del actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), de “no robar, no mentir y no traicionar al pueblo”, no es solo un slogan, es un estilo de vida que lo ha caracterizado desde que salió del Partido Revolucionario Institucional (PRI) allá en el lejano 1987; desde entonces empezó una cruzada para la transformación de su natal estado y posteriormente del País.
Lógicamente, tenía que militar en un partido político para poder aspirar a un cargo de elección popular y es así como se suma al Partido de la Revolución Democrática (PRD), desde donde inició con su doctrina de “la esperanza”, “honestidad valiente”, “lo mejor está por venir” y la democratización de México; a tal grado que llegó a ser el dirigente nacional de ese partido.
Ya como Jefe de Gobierno en el Distrito Federal en el 2000, tuvo que bregar contracorriente con un gobierno de derecha, encabezado por el Partido Acción Nacional (PAN), desde donde en 2004 le iniciaron un proceso de desafuero para evitar que aspirara en 2006 a la Presidencia de la República. Sin embargo, su actuar transparente y como él decía en ese tiempo “me podrán decir peje, pero no lagarto”, lo libró de todas las trampas política que sus adversarios le tendían.
Por eso, cuando el PRD se convirtió en la cueva de “Alí Babá y sus 40 ladrones”, con sus diferentes tribus, AMLO dejó ese partido en el 2012 para formar el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), desde donde puso las bases de su convicción “no robar, no mentir y no traicionar al pueblo”, y que “las escaleras se barren de arriba hacia abajo” en materia de corrupción; los lopezobradoristas siguieron a su líder convencidos de que lograrían ganar el Presidencia de la República en 2018.
Sin embargo, a Morena llegaron no solo del PRD, sino que también los del PRI, algunos del PAN y de otros partidos políticos, pero que no practican la doctrina Lopezobradorista, sino que llegaron para ver qué pedazo del pastel les tocaba en las elecciones intermedias del 2015, las nacionales del 2018 y últimamente las del 2021.
Es ahí, donde se colaron militantes de otros partidos a Morena, pero que toda su vida política profesaron la doctrina política de derecha y centro derecha, que para ellas y ellos lo más importante es llegar al poder por el poder; de ahí que el partido del presidente en algunas regiones del país se prostituyó, al grado que en 2019 corrió el rumor de que AMLO dejaría de un lado a Morena para formar otro partido.
Ser obradorista es vivir en la justa medianía (doctrina juarista), es no robar, no mentir y no traicionar al pueblo; es pensar primero en los pobres; es ejercer de manera responsable el presupuesto público; es devolverle al pueblo lo robado. Ser morenista es escudarse detrás de las siglas del partido para utilizar de manera personal el recurso público, con ostentosos carros de lujos, un séquito de guardaespaldas para la o el presidente municipal, senador, diputado o gobernador; algunos gobiernos morenistas (no obradoristas) roban, mienten y traicionan al pueblo; no piensan en los más necesitados, sino que colocan en cargos públicos a sus amigas y amigos; y piensan hacerse ricas y ricos desde el ejercicio del cargo público.
Luego entonces, sí hay una gran diferencia entre los que son lopezobradoristas y los que se disfrazan de morenistas; porque los obradoristas gobiernan con autoridad moral. Muestras de las diferencias hay muchas, no solo en el senado, la cámara de Diputados, sino también en las presidencias municipales de Quintana Roo.
Por cierto, a través de su medio de comunicación, Luis Alegre Salazar inició un linchamiento contra el dirigente estatal del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) Humberto Aldana Navarro, a quien le dice que es causante de la división que hay en el partido; claro, como él no figura dentro de los que aspiran a la gubernatura, pues por eso es que enloquece atacando a su dirigente estatal.
Caminos del Mayab
Por Martín G. Iglesias