México, 28 Abril; poderycrítica (Notimex).- Considerado uno de los más destacados difusores de la cultura mexicana, el escritor mexicano Jaime García Terrés es recordado, a 20 años de su muerte, como un poeta de gran sensibilidad y un curioso de temas diversos.
“Jaime era el poeta de los reinos combatientes y las manchas del Sol, un personaje que tenía gran curiosidad por los temas más inesperados”, expresó el escritor Juan Villoro durante una mesa-homenaje realizada en la Biblioteca México.
En la charla también participaron Germán Montalvo, Jaime Moreno Villarreal y Rafael Vargas, quienes destacaron el papel de Terrés como uno de los más distinguidos difusores de la cultura que hayan laborado en el sector público mexicano en el siglo XX.
Jaime García Terrés nació el nació el 15 de mayo de 1924 en la Ciudad de México. Cursó estudios de Derecho en la Universidad de México y Estética y Filosofía Medieval en Francia y fue embajador en Grecia, según “buscabiografias.com”.
De acuerdo con la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), García Terrés pasó la mayor parte de su vida trabajando en espacios repletos de libros y documentos, su camino como poeta comenzó en la infancia, desde que aprendió a escribir, comenzaba a dibujar letras y a los 11 años intentó escribir su primera novela.
Comenzó sus lecturas a conciencia de los versos de Ezra Pound (1885-1972), William Blake (1757-1827) y Frederich Hölderlin (1770-1843), en dos semanas terminó de leer la obra de Marcel Proust y memorizó versos de Sor Juana y Lope de Vega.
En su adolescencia conoció a Alfonso Reyes (1889-1959), con quien publicó sus primeros trabajos, un par de ensayos sobre crítica literaria y sobre la responsabilidad del escritor.
Estudió derecho en la UNAM y posteriormente recibió una beca para estudiar estética en la Universidad de París; filosofía medieval en El Colegio de Francia y desde muy joven comenzó su carrera en la difusión cultural.
Fue nombrado subdirector del entonces recién creado Instituto Nacional de Bellas Artes, donde trabajó al lado de Salvador Novo (1904-1974) y Celestino Gorostiza (1904-1967).
Cuando cumplió 30 años de edad publicó “Las provincias del aire” (1956), unos de sus poemarios más reconocidos y con el que dejó ver su estilo fluido, sentido del humor, simpatía por el mundo y el manejo del rigor estructural que caracteriza el conjunto de su obra poética.
Años más tarde publicó poemarios como “Los reinos combatientes” (1961), “Carne de dios” (1964) y “Todo lo más por decir” (1971), en los que plasmó sus reflexiones sobre lo cotidiano, su voluntad de hacer de la realidad el elemento poético por excelencia para entrelazar las líneas de la estética y la sinceridad.
También comenzó su trayectoria como traductor de otros poetas mientras trabajaba en Radio Educación. A lo largo de su vida combinó la escritura de poemas con traducciones de escritores como William Butler Yeats (1865-1939), Samuel Taylor Coleridge (1772-1834) y Friedrich Hölderlin (1770-1834).
En 1953 fue nombrado director General de Difusión Cultural de la UNAM, y durante los siguientes 12 años se convirtió en el funcionario que impulsó desde la Universidad casi todas las áreas artísticas, se fundó la Revista de la Universidad para fomentar la literatura y se creó el recinto La Casa del Lago.
Además del Museo Universitario de Ciencias y Artes el cual también abrió sus puertas, comenzaron los cineclubes en la UNAM y se expandió la actividad de las artes escénicas en lo que sería el principio del Centro Universitario de Teatro y la creación de Teatro UNAM.
En 1962 escribió “100 imágenes al mar” el cual mezcla ensayo con poesía y explora no solo la naturaleza del mar, si no las emociones, las experiencias intelectuales y las emociones que suscita el mar.
Años más tarde fue embajador en Grecia y de esta experiencia escribió el libro de memorias “Reloj de Atenas”, donde García Terrés explora el ambiente intelectual y social de la Grecia moderna.
De acuerdo con el portal Enciclopedia de la Literatura en México, además de haber sido miembro fundador de “El espectador”, y de El Colegio Nacional, colaboró en La Gaceta del FCE, Excélsior, México en la cultura y Novedades, en 1978 recibió El Premio Magda Donato.
Otras de sus obras representativas son “Panorama de la crítica literaria en México” (1941), “Sobre la responsabilidad del escritor” (1949), “Correo nocturno” (1954), “Honores a Francisco Terrazas” (1979), y “Corre la voz” (1980).
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), realizó en 1994 un homenaje al poeta, en el cual reconocieron su labor con la asistencia de grandes personajes como Carlos Monsiváis (1938-2010), Elena Poniatowska y el entonces rector de la UNAM, José Sarukhán.