Poder y Crítica | Redacción | Mario Vargas Llosa, novelista, cuentista, ensayista, dramaturgo y periodista peruano-español, falleció ayer, a los 89 años, “rodeado de su familia y en paz”, informaron sus hijos Álvaro, Gonzalo y Morgana Vargas Llosa en la red social X.
En un breve comunicado, en el que no especificaron las causas de la muerte del Nobel de Literatura 2010, destacaron que el escritor “gozó de una vida larga, múltiple y fructífera, y deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá”.
Los familiares del autor de La ciudad y los perros y Pantaleón y las visitadoras detallaron que “no tendrá lugar ninguna ceremonia pública y sus restos, como era su voluntad, serán incinerados”.
Escritores, periodistas, editores, promotores, políticos, amigos y diversas instituciones culturales y académicas de diversos países externaron en redes sociales su consternación ante el fallecimiento del autor, quien marcó a diversas generaciones de escritores y lectores.
“Su genio intelectual y su vastísima obra permanecerán como legado imperecedero para las futuras generaciones”, escribió en X la presidencia de su natal Perú.
Mario Vargas Llosa, cuyo nombre completo era Jorge Mario Pedro Vargas Llosa, nació en Arequipa, Perú, el 28 de marzo de 1936.
Además del Premio Nobel de Literatura 2010, el escritor, quien también fue candidato a la presidencia peruana, recibió otros galardones como el Príncipe de Asturias de las Letras 1986 y el Premio Cervantes, en 1994.
El Nobel de Literatura 2010, la última gran voz de la palabra escrita en español, murió ayer a los 89 años en su natal Perú; sus hijos informaron que no habrá ninguna ceremonia pública y sus restos serán incinerados.
El gigante de las letras en español fue un novelista excepcional, una voz valiente y única, intelectual liberal, hombre libre y sin fronteras, una estrella; una de las figuras más influyentes de la literatura hispanoamericana contemporánea, que marcó diversas generaciones de escritores y lectores.
Ayer a los 89 años murió el novelista, cuentista, ensayista, dramaturgo y periodista peruano-español Mario Vargas Llosa (1936-2025) en Lima, Perú, “rodeado de su familia y en paz”, informaron anoche sus hijos Álvaro, Gonzalo y Morgana Vargas Llosa en la red social X.
“Gozó de una vida larga, múltiple y fructífera, y deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá”, agregaron en un breve comunicado sobre el Nobel de Literatura 2010.
Sin especificar las causas de la muerte del autor de 20 de novelas, sus hijos detallaron que “no tendrá lugar ninguna ceremonia pública y sus restos, como era su voluntad, serán incinerados”.
A través de las redes sociales, escritores, periodistas, editores, promotores, amigos y diversas instituciones culturales y académicas de diversos países externaron su consternación ante el fallecimiento del autor de La ciudad y los perros (1963) y Le dedico mi silencio (2023).
“Difícil imaginar una vida de escritor más plena. Una vida a secas, más plena. Novelista único, intelectual público sin par en la lengua castellana, crítico literario de registros universales y hombre libre, sin fronteras. Se va y queda como pocos”, comentó el novelista e historiador Héctor Aguilar Camín.
“Un grande, un escritor de enorme calado que ejerció y ejerce una profunda huella en mi obra. Gocé de la oportunidad de convivir con él en varias ocasiones. Un privilegio”, apuntó el escritor Guillermo Arriaga.
“Una vez quise expresar mi infinita gratitud a Mario Vargas Llosa con un pequeño texto que hacía eco del poema de gratitud Dayenu, que se lee en la Pascua judía. Ahora es esa noche. Como ese poema, su obra se leerá generación tras generación”, añadió el historiador Enrique Krauze.
Y la revista Letras Libres, que dirige Krauze y donde colaboraba Vargas Llosa, lo despidió cálidamente. “La literatura del siglo XX no puede entenderse sin la voz valiente y única de Vargas Llosa. Amigo y colaborador de Letras Libres desde el inicio, nuestra historia tampoco se entiende sin él”.
Sobre el autor de 15 ensayos, diez obras de teatro, cuatro libros de relatos y dos de cuento infantil, la editora Consuelo Sáizar destacó que con su muerte “concluye el movimiento literario más importante de la ‘patria de la ñ’: el boom latinoamericano. Lo despido agradecida por su valor intelectual para denunciar lo que muchos callan, por su compromiso con la democracia”.
El también editor Juan David Correa dijo que con Vargas Llosa aprendió que la mejor literatura nace del mundo popular. “Hoy los bares, los ríos, las selvas, los villorios, los cuarteles, los cholos, y la picaresca latinoamericana están de luto. Muere un enorme escritor de grandes y pequeños relatos. Gracias por tanto”.
Y la poeta Myriam Moscona llamó la atención sobre lo que llamó una frivolidad. “Pero digan si no era como un actor de cine. Una estrella. Y lo fue. Mujeriego, talentoso, atractivo y súper polemista y escritor (y no en ese orden). El tiempo se diluye y con él se va quizá la última voz de poder de las letras escritas en español”.
Finalmente, el escritor Alberto Chimal indicó que “durante muchas décadas –y hasta el fin– fue un intelectual al modo del siglo XX; estaba ya lejos de qué piensan las nuevas generaciones acerca del presente y de cómo lo expresan. Además, no quiso entender varios de los grandes cambios y peligros de este tiempo. Pero sus mejores libros seguirán siendo leídos mientras haya quien se interese en lo que puede ofrecer el arte de la novela”.
Vargas Llosa escogió morir tranquilo en su natal Perú, a donde regresó tras concluir en 2023 su carrera literaria de 60 años, con la novela Le dedico mi silencio, y despedirse como columnista del diario español El País, después de 33 años de publicar Piedra de toque.
Mario Vargas Llosa, cuyo nombre completo era Jorge Mario Pedro Vargas Llosa nació en Arequipa, Perú, el 28 de marzo de 1936.
Fue novelista, ensayista, articulista y académico, político y periodista.
Pasó su infancia entre Bolivia y Perú y al terminar sus estudios primarios colaboró en los diarios La Crónica y La Industria. En 1952 escribió una obra de teatro titulada La huida del Inca, que estrenó en un teatro de Lima.
Estudió Letras y Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y empezó a colaborar en periódicos y revistas, siendo editor de los Cuadernos de Composición y la revista Literatura.
En 1958 le concedieron la beca de estudios Javier Prado en la Universidad Complutense de Madrid, donde obtuvo el título de doctor en Filosofía y Letras.
Un año más tarde se trasladó a París, y allí trabajó en diferentes medios hasta que logró ingresar en la Agencia France Press y, más tarde, en la Radio Televisión Francesa, donde conoce a numerosos escritores hispanoamericanos.
En 1965 se integra en la revista cubana Casa de las Américas como miembro de su consejo de redacción y permanece en ella hasta 1971.
En esos años actuó varias veces como jurado de los premios Casa de las Américas.
Posteriormente viajó a Nueva York, invitado al Congreso Mundial del PEN Club, e instaló su residencia en Londres, donde trabajó como profesor de Literatura Hispanoamericana en el Queen Mary College.
Durante este periodo trabajó además como traductor para la Unesco en Grecia, junto a Julio Cortázar; hasta 1974 su vida y la de su familia transcurre en Europa, residiendo en París, Londres y Barcelona.
En 1975 inició una serie de trabajos cinematográficos, y en marzo de ese año es elegido Miembro de Número en la Real Academia Peruana de la Lengua. En 1976 es elegido presidente del PEN Club Internacional, cargo que ocupó hasta 1979.
En Perú presenta el programa televisivo La Torre de Babel y en 1983 preside la Comisión Investigadora del caso Uchuraccay, dedicado a resolver el asesinato de ocho periodistas. A finales de los ochenta entra en el mundo de la política en Perú y en 1990 regresa a Londres, donde retoma su actividad literaria.
En 1990 empezó a colaborar en el diario El País y a revista Letras Libres. Tres años después obtuvo la nacionalidad española, pero nunca renunció a la peruana.
En 1994 fue nombrado miembro de la Real Academia Española y ese mismo año se alzó con el Premio Miguel de Cervantes; posteriormente fue reconocido doctor honoris causa en numerosas universidades. Su obra ha sido traducida a más de 30 idiomas.
En 2016, el autor de Tiempos recios, se presentó en la 30 edición de la FIL Guadalajara, donde se preguntó sobre el futuro del libro.
“Una pregunta que me angustia mucho es: ¿qué va a pasar con el libro?, ¿acaso tiene futuro en la sociedad que se nos viene?, ¿seguirá siendo ese instrumento esencial del entretenimiento, el desarrollo, la sensibilidad y del conocimiento humano? ¿O será devorado por las máquinas y las pantallas?”, expresó aquella tarde del 27 de noviembre.
El autor peruano recordó que algunos filósofos creían que los libros serían devorados por las pantallas y lo aplauden.
Es más, advirtió que vivimos en medio de una cultura democrática, llena de pantallas, con una cultura pobretona, no muy refinada ni complicada, donde las pantallas no producen nada comparable a la cultura de los libros.
Fue entonces que auguró que el mundo de la literatura desaparecerá.
“¡Esto me angustia muchísimo! Porque nos llevaría a un empobrecimiento de la humanidad y, probablemente, la víctima principal sería… la libertad”, advirtió.