Buenos Aires, 17 Abril; poderycritica.- La muerte de Alberto Nisman, el fiscal que acusó a la presidenta argentina Cristina Fernández de pactar con Irán, sigue sumida en el misterio porque, tres meses después, la justicia aun no puede definir si fue suicidio o asesinato.
El caso se ha complicado durante este tiempo con el descubrimiento de cuentas bancarias secretas del fiscal, la aparición mediática de su ex esposa, las crecientes dudas sobre el rol de su madre y la sospechosa relación que Nisman tenía con su ayudante informático.
La noche del domingo 18 de enero, Nisman, el fiscal que desde hacía una década investigaba el peor atentado terrorista de la historia argentina, fue encontrado muerto de un balazo en la cabeza, semidesnudo y tirado en el baño de su departamento.
Habían pasado sólo cuatro días desde que provocara un escándalo político al acusar a la presidenta de querer encubrir a los iraníes implicados en al ataque a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), ocurrido el 18 de julio de 1994.
La acusación de Nisman reabrió la herida que arrastran los familiares de los 85 muertos que dejó el atentado, los sobrevivientes y una sociedad entera que sigue reclamando justicia y está sumergida en el dolor de la impunidad, porque pese al tiempo transcurrido no hay un solo detenido.
En estos tres meses, la denuncia de Nisman fue desestimada por el juez Daniel Rafecas porque carecía de pruebas suficientes para acusar a la presidenta, fallo que fue confirmado por la Cámara Federal, lo que implica que la causa por presunto encubrimiento está en extinción.
Con respecto a la muerte de Nisman, el gobierno impulsó la teoría del suicidio, línea central de la investigación de la fiscal del caso, Viviana Fein, mientras que la oposición mediática y política apostó por el asesinato.
La ex esposa del fiscal, la jueza Sandra Arroyo Salgado, siempre descartó el suicidio, y con peritajes propios en mano, ratificó su teoría y advirtió que “a Nisman lo mataron” e incluso calificó la muerte como “un magnicidio”.
Pese a que Arroyo Salgado criticó la mediatización que tuvo el caso desde el principio, con recurrentes filtraciones del expediente a la prensa, en las últimas semanas ella misma reforzó su aparición ante los medios para criticar a la fiscal Fein. La jueza ya recusó a la fiscal en dos ocasiones, pero la jueza Fabiana Palmaghini ratificó a Fein, quien sigue al frente de una investigación en la que el único imputado es Diego Lagomarsino, un informático que le prestó a Nisman la pistola con la que se suicidó o fue asesinado.
Lagomarsino tenía un alto sueldo por parte de la fiscalía de la AMIA que no se justificaba con su trabajo, pero luego confesó que, en realidad, sólo cobraba la mitad porque el resto se lo tenía que devolver al propio Nisman, lo que implica un acto de corrupción.
El informático confirmó que hacía viajes privados con Nisman y que era cotitular de una cuenta que administraba el fiscal en Estados Unidos y que también estaba a nombre de su hermana y de su madre, quien vació cajas de seguridad antes de que fueran revisadas por la Policía.
Cuando el fiscal murió, la oposición intentó sacar provecho político y convertirlo en un mártir víctima del gobierno, pero de a poco su imagen pública fue decayendo y ahora ya nadie convoca a una marcha multitudinaria para homenajearlo, como la que hubo el 18 de febrero.
El gobierno, en tanto, se ha dedicado a desprestigiar al fiscal, sin asumir la responsabilidad que tuvo al apoyar durante 10 años su trabajo al frente de la causa AMIA, pese a que Nisman era cuestionado incluso por familiares de las víctimas.