PODER Y CRITICA CIUDAD DE MEXICO .-El mito o los mitos fueron preocupaciones fundamentales en la vida y la obra del antropólogo francés Claude Lévi-Strauss (1908-2099); incluso, en muchos de los artículos que escribiera para el diario italianoLa Repubblica lo hizo bajo la luz del pensamiento de Montaigne: «cada uno llama barbarie a aquello que no forma parte de sus usos».
Una selección de 16 artículos que escribiera el pensador empezarán a circular en enero próximo, bajo el sello del Fondo de Cultura Económica (FCE): Todos somos caníbales, el cual se acompaña por el texto publicado en 1952 en LesTemps modernes, «El suplicio de Papá Noel», en el que el autor afirma: «No todos los días el etnólogo encuentra […] la ocasión de observar, en su propia sociedad, el súbito crecimiento de un mito, y hasta de un culto».
Con la autorización del FCE ofrecemos a los lectores una mirada acerca de un personaje que aún despierta polémica según desde la región del mundo donde se le vea, Santa Claus o Papá Noel, desde la perspectiva de uno de los pensadores clave del siglo XX, como Claude Lévi-Strauss.
«El suplicio de Papá Noel» (1952)
En Francia, las fiestas navideñas de 1951 habrán quedado marcadas por una polémica a la que tanto la prensa como la opinión pública parecen haberse mostrado por lo demás sensibles, y la cual introdujo en la alegre atmósfera habitual de ese periodo del año una inusitada nota de amargura. Hacía ya varios meses que las autoridades eclesiásticas, en boca de algunos prelados, habían expresado su desaprobación con respecto a la creciente importancia dada por las familias y los comerciantes al personaje de Papá Noel. Denunciaban una inquietante «paganización» de la Fiesta de la Natividad, la cual distrae al espíritu público del sentido propiamente cristiano de esa conmemoración, en beneficio de un mito sin valor religioso alguno. Esos ataques se desarrollaron en vísperas de la Navidad. Con mayor discreción sin duda, aunque con igual firmeza, la Iglesia protestante unió su voz a la de la Iglesia católica. En los periódicos ya habían aparecido cartas de lectores y artículos que daban testimonio, en diversos sentidos pero por lo general hostiles a la posición eclesiástica, del interés que este asunto había despertado. Por fin, el punto culminante se alcanzó el 24 de diciembre, durante una manifestación que el corresponsal del diario France-Soir relata en los siguientes términos:
PAPÁ NOEL FUE QUEMADO EN EL ATRIO
DE LA CATEDRAL DE DIJON, EN PRESENCIA
DE LOS NIÑOS DE LOS PATRONATOS[1]
Ayer por la tarde, Papá Noel fue colgado de las rejas de la catedral de Dijon y públicamente quemado en el atrio. Esa ejecución espectacular se llevó a cabo en presencia de varios centenares de niños de distintos patronatos y había sido decidida con el acuerdo del clero, que había condenado a Papá Noel por usurpador y hereje. Se lo había acusado de paganizar la fiesta de la Navidad y de haberse instalado en ella como un pájaro cucú, tomando un lugar cada vez más preponderante. Se le reprochaba, sobre todo, el haberse introducido en todas las escuelas públicas, donde el pesebre está escrupulosamente prohibido.
El domingo a las tres de la tarde, el desgraciado muñeco de barba blanca pagó, como muchos inocentes, por una falta de la cual eran culpables quienes irían a aplaudir su ejecución. El fuego abrasó su barba y el muñeco se desvaneció en el humo.
Al término de la ejecución, se publicó un comunicado del cual se reproduce lo esencial: «Representando a todos los hogares cristianos de la parroquia deseosos de luchar contra la mentira, doscientos cincuenta niños, agrupados frente a la puerta principal de la catedral de Dijon, quemaron a Papá Noel.
«No se trataba de una atracción, sino de un gesto simbólico. Papá Noel ha sido sacrificado como holocausto. A decir verdad, la mentira no puede despertar el sentimiento religioso en el niño y no es, de ningún modo, un método de educación. Que otros digan y escriban lo que quieran, que hagan de Papá Noel el contrapeso del Père Fouettard.[2]
«Para nosotros, cristianos, la fiesta de la Navidad debe seguir siendo la fiesta del aniversario del nacimiento del Salvador.»
La ejecución de Papá Noel en el atrio de la catedral fue apreciada en distinto grado por la población y provocó vivas reacciones, incluso entre los católicos.
Por lo demás, esa intempestiva manifestación podría tener secuelas no previstas por sus organizadores.
«El asunto divide a la ciudad en dos bandos.
«Dijon espera la resurrección del Papá Noel asesinado ayer en el atrio de la catedral. Resucitará esta tarde, a las 18 horas, en el edificio de la municipalidad. En efecto, un comunicado oficial anunció que, como cada año, Papá Noel convocaba a los niños de Dijon a la plaza de la Liberación y que les hablaría desde lo alto del tejado de la municipalidad, donde circulará bajo las luces de los reflectores.
«El canónico Kir, diputado y alcalde de Dijon, se habría abstenido de tomar partido en esta delicada cuestión».m