Rojava, Siria, 20 Diciembre; poderycritica (Notimex). – El tan temido invierno ha llegado al campo de refugiados de Newroz, a las afueras de Derik*. Aquí falta de todo, desde el agua hasta los alimentos, desde las medicinas hasta los baños, y se vive en constante contacto con un elemento: el barro.
Los habitantes de Newroz, en su gran mayoría yazidíes que han huido de la furia del Estado Islámico en el Kurdistán iraquí, hacen un llamado a la comunidad internacional, por la que se sienten abandonados, y exaltan la labor de las autoridades locales, siempre presentes cuando se necesita solidaridad.
Debido a la lluvia, los residentes de las tiendas B2.48, B2.49, B2.50 y B2.51 han ocupado las tiendas vacías de alrededor. Una mujer y sus cuatro hijos se han quedado a la intemperie: su tienda está llena a rebosar de agua. No hay ninguna tienda vacía cerca, y mientras tanto el diluvio sigue.
Los habitantes del campo emplean parte del día a acumular materiales de desecho alrededor de la tienda, con la esperanza de bloquear la entrada del agua de lluvia, mientras que por la noche y las primera horas de la mañana se quedan en la tienda esperando que la tierra deje de ser agua y se convierta en barro para poder salir.
“Estos problemas no se resolverán pronto: a las tiendas les falta una base de cemento. Y hasta que esto no esté, seguirán siendo como bañeras cuando llueve. Cuando llegamos al campo, en agosto, con el calor, dormir en las tiendas fue un infierno. Pero ahora es aún peor”, asegura Ferhad.
Con 36 años y padre de tres hijos, antes de la llegada de los yihadistas a la ciudad de Sinjar -considerada la cuna de los yazidíes y situada a 50 kilómetros de la frontera con Siria- era el propietario de una panadería rentable.
“Al personal del ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) lo vimos sólo en agosto, cuando comenzó el éxodo de los yazidíes. Nos proporcionaron las tiendas, mantas y un poco de comida. Y nada más.
“Ahora dependemos de las autoridades del cantón de Al-Jazeera, especialmente para los alimentos. Todo escasea, pero tratamos de salir adelante con la esperanza de que la comunidad internacional despierte y se dé cuenta de las dificultades por las que pasan los yazidíes aquí en Newroz”, cuenta Abdolakim Haji, de 43 años, jefe del campo.
En agosto pasado los yazidíes huyeron de la ira del Estado Islámico en el Kurdistán iraquí y encontraron refugio en Rojava gracias a la intervención de los combatientes de las YPG, que les ayudaron a entrar en territorio sirio a través de las montañas limítrofes.
Los extremistas los consideran subhumanos, herejes, “adoradores del diablo”, porque están vinculados a ritos y cultos que preceden al monoteísmo.
El de los yazidíes es un éxodo de dimensiones gigantescas. Alrededor de 50 mil han tenido que abandonar sus hogares en el área de Sinjar y están dispersos entre Irak, Turquía y Siria. En este último país entraron después de días agotadores caminando a través de las montañas y se concentraron precisamente en el campo de Newroz.
“El campo lo creó en mayo el Departamento Social del cantón de Al-Jazeera para dar cabida a los diversos refugiados araboiraquíes amenazados por Daesh (el acrónimo árabe de Dawlat al-Islâmiyya fî al-Irâq wa s-Shâm, como también se llama el Estado Islámico)”, relata Abdolakim Haji.
“Los yazidíes no llegaron hasta agosto. Entre el 5 y el 15 de ese mes recibimos a más de 10 mil. Fue muy duro. Pocos días después muchos prefirieron regresar a Irak, también en campos de refugiados. Actualmente tenemos aproximadamente seis mil personas, el 90 por ciento de las cuales son yazidíes”, continúa el director Haji.
En Newroz con la llegada del frío y de las lluvias se ha creado una verdadera crisis sanitaria. Y para complicar el panorama, ahí está el omnipresente barro. No hay un niño o una persona mayor que no tenga algún tipo de bronquitis, y los médicos son muy pocos en comparación con la cantidad de pacientes.
“En el campo de refugiados hay dos pequeñas clínicas en dos tiendas de campaña a cargo de dos ONG locales diferentes. Los médicos son muy atentos y muy competentes, pero son muy pocos para satisfacer las necesidades de seis mil personas. Y además sólo pueden curar cosas sencillas.
“Aquí el que tiene algo grave no se puede curar. Muere, es así de simple”, se queja Aze, de 59 años, madre de seis hijos y abuela de 19 niños que no pueden hacer nada más que jugar en el barro.
La situación de los “hermanos” refugiados en las montañas de Sinjar*** monopoliza todas las conversaciones. Miles de yazidíes viven allí porque están bloqueados por las garras del Estado Islámico o porque se han unido a las milicias yazidíes que luchan junto a los militantes del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán, movimiento político clandestino kurdo-turco considerado una organización terrorista por Turquía, Estados Unidos, la Unión Europea e Irán) en el Kurdistán iraquí contra los yihadistas.
“Estamos en constante contacto telefónico con ellos. Más de dos mil de nuestros jóvenes han tomado las armas y luchan valientemente contra Daesh con los hombres del PKK. Estamos muy preocupados por nuestros hermanos, tienen rifles muy antiguos, ridículos en comparación con las armas de Daesh, dice Hevall, de 64 años.
“Nosotros los yazidíes somos las personas más buenas y pacíficas del mundo. Nunca jamás hubiéramos pensado que tendríamos que recurrir a las armas: va contra nuestra naturaleza y nuestra religión, que respeta los otros credos. Pero es nuestro deber defendernos y recuperar Sinjar, nuestra ciudad, nuestro corazón. Y lo conseguiremos”, promete Hevall, desde hace unos meses miembro de la dirección del campo.
*Derik es una ciudad del cantón de Al-Jazeera. Juntos, los cantones de Al-Jazeera, Kobane y Efrin constituyen Rojava (en kurdo, “Occidente”), también llamado Kurdistán sirio o Kurdistán occidental. Es una región autónoma, independiente de facto, en el norte de Siria, y está habitada principalmente por kurdos.
Desde 2012, en el contexto de la guerra en Siria, Rojava está bajo el control de las YPG (Unidades de Protección Popular, las milicias de autodefensa kurdas), consideradas el brazo armado del PYD (Partido de la Unión Democrática). A finales de 2013 las autoridades kurdas, árabes, asirias y de otras minorías anunciaron la creación de un gobierno autónomo en la región.
**Yazidí es un término que significa literalmente “los que apagan las antorchas”, uno de los muchos rituales religiosos de este pueblo. En total son alrededor de 500 mil miembros y están presentes en Irak, Armenia, Georgia, Siria, Turquía e Irán. Creen en un Dios primordial, que creó el universo y que se manifiesta en los Siete Ángeles, el más importante de los cuales es Tawisi Malek, el Ángel Pavo Real.
Su religión deriva de antiguos sistemas religiosos de Mesopotamia, e incluye las abluciones sagradas, la prohibición de comer ciertos alimentos, la circuncisión, el ayuno, la peregrinación por devoción, la interpretación de los sueños y la transmigración de las almas.
***La ciudad de Sinjar también da nombre a una cadena rocosa, de más de mil 100 metros de altura, de 25 km de longitud y una anchura media de menos de cuatro kilómetros en el Kurdistán iraquí. Hay un puñado de aldeas, algunas deshabitadas, unos pocos pozos de agua de lluvia y sólo una carretera asfaltada que la atraviesa de norte a sur.