Guadalajara,Jalisco, 10 Noviembre; poderycritica.-En el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara se inauguró el Coloquio Internacional en Homenaje a Mathias Goeritz (1915-1990), como parte de las celebraciones por su centenario.
Ernesto Flores Gallo (rector del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño) celebró la presencia en el Paraninfo de los ahijados de Goeritz, cuando impartía clases en la entonces Escuela de Arquitectura de la UdeG. Mathias Goeritz nació en Danzig en 1915, llegó a México luego del final de la segunda guerra mundial, por invitación del entonces rector de la UdeG, Jorge Matute Remus, y de Ignacio Díaz Morales (fundador de la Escuela de Arquitectura), quienes buscaron talento europeo para impulsar la carrera en la UdeG. Nacido en Polonia, pasó el resto de su vida en México.
Durante su estancia en Guadalajara, Goeritz dio las clases de historia del arte y educación visual, donde resaltaba la sensibilidad artística en los alumnos. Multifacético, Mathias ejerció la arquitectura, la escultura y la pintura. Sobre ello, Flores Gallo citó la anécdota en donde le preguntaban qué era, si pintor, arquitecto o escultor. Con sabiduría, el artista bromeaba que era todos y ninguno.
Tras la primera intervención se otorgó un reconocimiento al representante de la generación que apadrinó Goeritz. Posteriormente, Tonatiuh Bravo Padilla (rector de la UdeG) tomó la palabra para continuar con la semblanza histórica de Mathias Goeritz. Resaltó los comentarios de Fernando González Gortázar, quien al hablar de Goeritz ponía en primer lugar su papel como docente.
En ese sentido, las anécdotas de Sebastián reafirmaron lo generoso que era Mathias al apoyar a los jóvenes talentos. El escultor platicó que lo conoció en 1970, dos años después del proyecto La Ruta de la Amistad, iniciativa escultórica alrededor los juegos olímpicos en la Ciudad de México en 1968. Sebastián citó cómo Mathias le afirmó que de haberlo conocido entonces una pieza suya hubiera integrado la selección de obras. Por esa y otras razones, Sebastián no dudo en asegurar: »Mathias fue como mi padre… Marcó una huella profunda en mi quehacer plástico». Igualmente, se remontó a su época como maestro: Mathias lo acogió como su asistente y dio cátedra por ocho años.
Sebastián calificó a Goeritz como un visionario y aportador en las tendencias artísticas. Prueba de ello es que expuso por primera vez en México a muchos artistas de vanguardia, aunque en ocasiones estuvo adelantado a su tiempo. Daniel Goeritz, hijo del homenajeado, recordó cómo en Guadalajara expuso a Paul Klee, no sólo sin mucho éxito, pero también recibiendo críticas y comentarios de que eso no era arte. Por ello Mathias buscó una ciudad más abierta como la capital del país, a donde se mudó para dar clases en la UNAM.
Daniel también apuntó que sus palabras tocaban dos agradecimientos mutuos: de Mathias a México por el recibimiento y de México a Mathias por el aprendizaje y el legado. Igualmente, recordó anécdotas históricas ya, como la exitosa inauguración del Museo Experimental El Eco y las célebres Torres de Ciudad Satélite, conjunto escultórico creado a partir de la petición del entonces presidente de México, Miguel Alemán Valdés. Daniel también citó el conflicto posterior con Luis Barragán tomando autoría de las torres.
El detalle negativo en el coloquio fue sin duda que más allá de las primeras tres filas reservadas para los invitados especiales, buena parte del resto de los asistentes eran jóvenes estudiantes poco interesados en el tema. Chicos con audífonos puestos, con el celular en mano y tomando selfies, dibujando o jugando con un cubo Rubik, allende los comentarios como »¿Cuánto va a tardar esta cosa?», »¿Mathias qué?» o »Estás muy lejos para pelearte».