Caracas, 02 diciembre; poderycritica.- Con un salto inesperado de 131 a 155 bolívares por dólar en el mercado paralelo, en los últimos cuatro días la economía venezolana ha mostrado signos de avanzado agotamiento, marcada por la escasez de productos esenciales (sobre todo alimentos y medicinas) y una inflación que podría superar el 80 por ciento a fines de este año hasta llegar a los tres dígitos en el 2015, especialmente ahora, en el escenario de la caída de los precios del petróleo, que le podría costar al país la pérdida de hasta 14.000 millones de dólares en ingresos solo en el 2014.
De ese modo, los venezolanos comienzan a sacar cuentas que no les cuadran. A pesar de que el dólar controlado por el Gobierno tiene tres valores que están muy por debajo del precio del mercado –6,3, 11,7 y 49,9 bolívares, según el sector al que se lo vende–, ha restringido considerablemente su venta, dejado a merced del dólar paralelo los precios del mercado y generado una escasez brutal de los pocos productos que se fabrican al precio del dólar regulado.
Así, un litro de champú (regulado y muy difícil de conseguir) cuesta 32 bolívares (0,64 dólares al precio oficial más alto y 0,20 dólares paralelos), pero otro importado vale hasta 400 bolívares (8 dólares oficiales y 1,5 paralelos). Este último sí se consigue.
“La distorsión cambiaria ha agudizado el alza de precios de los productos porque la porción de la economía venezolana que está dolarizada es cada vez más grande; dependemos de las importaciones”, explicó Orlando Ochoa, profesor y doctor en Economía.
“A finales de año, los sectores público y privado hacen sus pagos de cierre, lo que aumenta la cantidad de bolívares en la calle, pero este año con el agravante de que el Banco Central está imprimiendo más dinero para ayudar al Gobierno a cuadrar sus cuentas y tenemos menos ingresos en dólares, tanto por la mermada producción petrolera, como por la caída de los precios”, agregó.
‘Estamos preparados’
El Gobierno venezolano trata de mantener un discurso optimista, pero ha tomado algunas medidas, con las que reconoce el estado de sus finanzas.
A pesar de asegurar que Venezuela está preparada “incluso si el precio del petróleo llega a 40 dólares el barril”, el presidente Maduro anunció la semana pasada el aumento de varios impuestos a productos “de lujo” y prometió que, para el 2015, “si es necesario”, recortaría los salarios de altos funcionarios y los “gastos suntuarios” del gobierno socialista.
También desde este lunes entró en vigencia el nuevo salario mínimo de 4.998 bolívares (100 dólares al cambio oficial más alto, pero de solo 32 dólares al paralelo), publicitado como un nuevo logro revolucionario, junto con decenas de ferias al aire libre, en las que se ofertan productos a precios regulados que no se consiguen en tiendas o mercados regulares, como parte de un plan bautizado ‘Navidades felices’.
Las filas para tener acceso a estos centros son larguísimas. La gente se turna para anotarse en listas tras esperar hasta 18 horas, pero el resultado termina siendo positivo para muchos y los paliativos parecen surtir al menos un efecto momentáneo. “Vale la pena dormir aquí para comprar a estos precios”, le dijo Jairo Sulbarán a una reportera del diario regional El Correo del Caroní.
Pero en otros casos es porque no queda más remedio. “Yo tengo una hija en pañales y me toca rodar y hacer colas de horas para poder comprarlos. ¿Qué más puedo hacer?”, dice resignado a EL TIEMPO Carlos Freites, un mensajero motorizado.
Pero la dificultad del panorama hace que se requiera algo más que programas sociales y parece ser muy caro el precio de corregir el rumbo.
Venezuela no cuenta con las abultadas reservas internacionales de países petroleros como Noruega, por ejemplo, que ahorró hasta 200.000 millones de dólares cuando los precios del petróleo estaban en su apogeo.
Al cierre de este 27 de noviembre, las reservas venezolanas llegaban a 22.241 millones de dólares, de los cuales se estima que solo el 30 por ciento serían de disponibilidad inmediata, pues el resto los tiene en barras de oro.
“La presión sobre la economía demanda una política real de unificar las tasas cambiarias, sincerar precios y las cuentas fiscales, pero vemos que por razones ideológicas lo único que se permite el Gobierno es expandir el gasto público y, torpemente, atizar la inflación”, concluyó Ochoa.
Dólar paralelo, la opción de ‘compra’
Con alta inflación y tasas de interés para depósitos bancarios siete veces menores, los venezolanos se lanzan a comprar rápido todo lo que puedan en una carrera contra los precios. Y al acabarse los productos, el único refugio es el dólar paralelo.
Pero, además de movimientos de pánico o especulación, incide sobre el dólar la menor asignación de divisas a consecuencia del control de cambio. Esto se une a que Venezuela -que obtiene el 96 por ciento de sus divisas de las ventas petroleras- ha visto caer en un tercio la cotización de su petróleo en el segundo semestre del 2014, lo cual mina las expectativas de conseguir divisas, en un país que importa -entre otros productos- más de la mitad de sus alimentos y medicinas.
La presión es tan fuerte que en el mercado ilegal, en un año, el dólar pasó de 40 a 150 bolívares y solamente en el último mes se trepó de 100 a 150.