PODER Y CRÍTICA | REDACCIÓN | El ecosistema arrecifal del Caribe mexicano es uno de los pilares del turismo en Quintana Roo. Tan solo en Cancún y la Riviera Maya, genera un valor estimado de 9 mil millones de dólares al año y atrae a más de 12 millones de visitantes que disfrutan de actividades como el buceo y el snorkel. Sin embargo, estos arrecifes atraviesan una crisis provocada por el cambio climático, que amenaza tanto la economía como la protección natural de las costas.
De acuerdo con Marina Garmendia Zepeda, directora ejecutiva de Coralisma Mx, la organización desarrolla un estudio enfocado en el coral cuerno de alce (Acropora palmata), con el objetivo de generar información ecológica y genética que permita diseñar estrategias de restauración más efectivas y resistentes.
La especialista recordó que, aunque los arrecifes representan menos del 1% del océano, albergan una cuarta parte de la vida marina y funcionan como barreras naturales que pueden reducir la fuerza de las olas hasta en un 97%, protegiendo a las comunidades costeras de huracanes y tormentas.
“Los arrecifes de Cancún, Puerto Morelos y la Riviera Maya no solo son un tesoro ecológico, también sostienen gran parte de la economía turística del Caribe mexicano”, subrayó Garmendia.
Entre las principales amenazas que enfrentan los corales se encuentran el blanqueamiento, la contaminación costera, las enfermedades y las actividades humanas no reguladas.
El blanqueamiento ocurre cuando el incremento de la temperatura del mar genera un estrés que provoca la expulsión de las algas simbióticas que dan color y energía al coral. Sin ellas, las colonias se vuelven blancas y, si las condiciones no mejoran, terminan muriendo.
El proyecto de Coralisma Mx se centra en la restauración del Acropora palmata, una especie ramificada fundamental para el equilibrio ecológico del Caribe. Para sus investigaciones, el equipo construye estructuras tridimensionales que sirven como refugio de peces e invertebrados, estabilizan el arrecife y dispersan la energía de las olas.
Los estudios se desarrollan en el Parque Nacional Costa Occidental de Isla Mujeres, Punta Cancún y Punta Nizuc, así como en el Parque Nacional Arrecife de Puerto Morelos. Actualmente se encuentran en la fase de monitoreo ecológico y genético de tres sitios prioritarios —uno en Punta Cancún y dos en Isla Mujeres—, donde analizan la salud, densidad y reclutamiento de las poblaciones.
En cada punto se seleccionaron 15 colonias para realizar un análisis genético completo que permita identificar los genotipos más resistentes. Con ello se busca integrar la información ecológica y genética para definir nuevas estrategias de restauración coralina basadas en la selección de colonias donadoras con la mejor genética.
La organización ha probado un método innovador de trasplante con fragmentos de coral, apoyado en modelos 3D para un seguimiento más detallado. A un año y medio de su aplicación, los fragmentos han formado colonias de tamaño considerable, demostrando la efectividad del proceso.
Aunque los últimos años han dejado graves pérdidas por blanqueamiento, Garmendia destacó que algunas poblaciones han mostrado una sorprendente resistencia.
“Hemos visto colonias que, pese a la enfermedad y pérdida de tejido, siguen vivas. Son genotipos fuertes que podrían ser la clave para restaurar nuestros arrecifes”, puntualizó.







