PODER Y CRÍTICA | REDACCIÓN | En medio de una fuerte crisis económica y bajo una lluvia persistente en la capital altiplánica, Rodrigo Paz Delgado asumió este sábado 8 de noviembre la presidencia de Bolivia, marcando el cierre de un ciclo de 20 años de administraciones socialistas en el país sudamericano.
El nuevo mandatario, de 58 años e hijo del expresidente Jaime Paz Zamora (1989–1993), juró el cargo ante la Asamblea Legislativa Plurinacional en un acto que contó con la presencia de delegaciones internacionales y un amplio dispositivo de seguridad en la Plaza Murillo, sede del poder político boliviano.
“Dios, familia y patria: ¡Sí, juro!”, pronunció Paz al asumir el cargo, acompañado por su vicepresidente Edmand Lara, exoficial de policía.
El líder del Partido Demócrata Cristiano (PDC) llega al poder tras imponerse en el balotaje de octubre con una propuesta de “capitalismo para todos”, orientada a dinamizar la economía formal, reducir la carga tributaria y eliminar trabas burocráticas.
Paz hereda un país con una inflación anual de 19 % y con reservas internacionales prácticamente agotadas, luego de que el gobierno saliente de Luis Arce mantuviera por años una costosa política de subsidios a los combustibles.
Entre las primeras medidas anunciadas, el nuevo presidente confirmó que reducirá a la mitad los subsidios a la gasolina y el diésel, buscando estabilizar las finanzas públicas y frenar la escasez de dólares y combustibles que golpea al país desde 2024.
Más de 50 delegaciones extranjeras asistieron a la ceremonia de investidura, entre ellas el vicecanciller de Estados Unidos, Christopher Landau, y los presidentes Gabriel Boric (Chile), Javier Milei (Argentina) y Yamandú Orsi (Uruguay), entre otros.
Con este cambio de mando, Bolivia inicia una nueva etapa política marcada por el retorno del centro-derecha al poder y el desafío de recuperar la estabilidad económica y social.







