PODER Y CRÍTICA | REDACCIÓN | En el corazón de Pomuch, junta municipal de Hecelchakán, el parque principal respira un aire distinto: uno que huele a memoria, a tradición y a papel recién pintado.
Por primera vez, este espacio se transforma en un parador turístico que no solo invita a posar ante la cámara, sino que cuenta historias —las de quienes partieron, pero nunca se fueron.
Visitantes locales, nacionales y extranjeros se detienen ante las figuras coloridas hechas de cartón, periódico y madera reciclada, símbolos de una comunidad que honra a sus muertos con creatividad y respeto. En Pomuch, los difuntos no descansan en el olvido, sino que siguen siendo parte de la vida cotidiana.
Luis Armando Pool, integrante del grupo “Tuunbem Siijiil Pomuc”, explica con emoción:
“Este parador representa lo que somos. No es solo una decoración; es el inicio del homenaje a nuestros antepasados. Aquí los recordamos con alegría, no con tristeza”.
Durante semanas, vecinas y vecinos trabajaron en conjunto para levantar este rincón de arte popular: un mes de preparación y siete días de instalación, en un proyecto donde nada se desperdicia. Cada pieza reciclada cuenta una historia, cada brochazo es un acto de amor.
El sábado, cuando el reloj marcó las siete de la tarde, el parador cobró vida con la puesta en escena de “Pixan”, una obra teatral que trajo a los espíritus al escenario entre risas, aplausos y un respetuoso silencio.
Aquella noche, Pomuch se iluminó con la certeza de que recordar es mantener vivos a los que se fueron. El parador, hecho de materiales humildes y sueños grandes, quedará grabado en la memoria de quienes lo vieron: prueba de que en este pueblo campechano, la muerte no apaga la vida, la renueva.
 
			






