Chetumal, Quintana Roo, lunes 23 de agosto del 2021, poderycritica.- Avanzamos a pasos agigantados hacia una sociedad de la indiferencia, no solo en la participación política, sino en todas las esferas de nuestras relaciones humanas, esto es una descomposición social que se convierte en un caldo de cultivo para que las prácticas de corrupción por parte de los gobiernos y de violencia generada por los grupos de delincuencia organizada sean una constante.
Como sociedad, somos indiferentes en la participación ciudadana para identificar las principales necesidades y buscar alternativas de solución a los problemas de la comunidad; los grupos al interior de las organizaciones, legales o no, ejercen presión para que cada vez más el ciudadano se aleje de los problemas públicos, reduciéndolo a su ámbito familiar, que a veces también es vulnerado.
Varios han sido los intentos para democratizar la participación de la gente y brindarle acompañamiento en los procesos de autogestión y organización vecinal, con lo que se contribuye a la construcción y articulación de la comunidad para trabajar de forma organizada en favor del bien común; pero lamentablemente cuando se politizan estas acciones, pues simplemente pierden el espíritu de participación ciudadana.
No porque sea inmoral, sino porque esto es un engaño del verdadero fin de quien pretende encabezar la participación.
Indudablemente la falta de confianza en la capacidad personal para incidir en las decisiones sociales inhibe la participación activa de los ciudadanos para ser agentes de cambio.
La violencia y desconfianza en las instituciones, así como la poca esperanza para transformar al país, el estado o municipio, genera poca participación e involucramiento de las personas en la resolución de las necesidades clave de su comunidad, lo que debilita el tejido social.
Si a esto le sumamos situaciones de desigualdad, manejo del poder y corrupción, la participación ciudadana pacífica y eficiente no encuentra aún su camino, porque a los grupos de poder no les conviene.
Lo ideal, es empezar a participar en las decisiones de la familia, para luego llevarla a la comunidad en la que nos encontramos, pero hay que iniciar, porque si no, las próximas generaciones verán normal vivir en una descomposición social.
Precisamente la descomposición social quedó demostrada el fin de semana pasado, cuando los policías ministeriales cumplieron una orden de “aseguramiento de vehículo” propiedad de la empresa “Incentivos Vacacionales, S.A. de C.V.” y por abuso de autoridad en contra de un tal José Manuel G.T.; donde este tipo quiso resistirse, insultó, agredió y amenazó a los elementos ministeriales que cumplían con la orden de un juez; que tiene influencias poderosas.
Ahí sí no se vale que los ciudadanos queramos evadir la responsabilidad penal argumentando que están violando nuestros derechos humanos.
Los elementos tuvieron que soportar el mal carácter de esta persona que a pesar de mostrarle la orden de aseguramiento, quiso resistir, pero al final se impuso la ley.
Algunos medios digitales que transmiten en vivo no sabían el contexto del litigio y publicaron que se trataba de un despojo de la sufrida “víctima”.
Caminos del Mayab
Por Martín G. Iglesias
