PODER Y CRÍTICA | REDACCIÓN | En medio de una fuerte competencia turística en el Caribe, la hotelería de Cancún está optando por operar de forma independiente, dejando atrás a las grandes marcas internacionales para adaptarse con mayor rapidez a los cambios del mercado y responder mejor a las nuevas tendencias de los viajeros.
Un ejemplo destacado es el hotel Seadust, que este año decidió separarse del operador Playa Hotels & Resorts para asumir directamente su gestión comercial, desde las tarifas hasta las estrategias de promoción. Con ello, busca mantener su posicionamiento en el segmento familiar y aprovechar la flexibilidad que brinda la autonomía operativa.
De acuerdo con Mauricio de Alva, director del establecimiento, el hotel ha destinado 4 millones de dólares en mejoras durante este año, que se suman a una inversión previa de 25 millones en remodelación e innovación de servicios. El objetivo es mantener estándares de calidad de un hotel cuatro estrellas y ofrecer una experiencia más personalizada a sus huéspedes.
“Esta transición nos permite estar más cerca del cliente y tomar decisiones de forma más ágil. Hemos fortalecido nuestros equipos, modernizado los sistemas y definido prioridades claras en servicio, gastronomía y seguridad. La independencia nos da la capacidad de cumplir lo que prometemos”, explicó de Alva.
El movimiento coincide con un momento en que destinos como Punta Cana están aprovechando la disminución del turismo estadounidense en el Caribe mexicano. Ante este panorama, los hoteles de Cancún buscan nuevas estrategias para mantenerse atractivos y competitivos, apostando por la innovación, la personalización y la independencia operativa.







