PODER Y CRÍTICA | REDACCIÓN | El expresidente Felipe Calderón Hinojosa reapareció en la escena pública con declaraciones sobre la expansión del crimen organizado en América Latina y su creciente influencia en México, particularmente en Michoacán, donde recientemente se ha registrado una nueva ola de violencia.
Durante su participación en el foro empresarial ABECEB, junto a los exmandatarios Mauricio Macri (Argentina) y Eduardo Frei (Chile), Calderón advirtió que las organizaciones criminales han pasado de traficar drogas a intentar reemplazar funciones del Estado, como el uso de la fuerza, la recaudación de impuestos e incluso la imposición de normas.
“Hubo un cambio de modelo criminal que no hemos analizado con detenimiento. En el siglo XX el narcotráfico era solo tráfico de drogas; ahora los criminales buscan controlar el territorio y capturar el Estado”, señaló.
El exmandatario explicó que esta dinámica ha derivado en la corrupción de autoridades locales y cuerpos policiales, lo que ha permitido que el crimen se inserte en la estructura gubernamental. Por ello, llamó a fortalecer las instituciones de justicia y seguridad, mediante una mayor capacitación y profesionalización.
Sobre México, Calderón destacó que el negocio principal de los grupos delictivos ya no es el narcotráfico, sino la extorsión, al apropiarse del control territorial y cobrar rentas a los ciudadanos.
“Cuando el Estado se captura por completo, los criminales se convierten en el propio Estado”, advirtió.
En relación con Michoacán, el exmandatario recordó que durante su administración se emprendió una ofensiva contra las organizaciones delictivas que operaban en la región, aunque lamentó que, tras su sexenio, esa estrategia se abandonara, permitiendo el resurgimiento de la violencia.
“La tragedia que vive Michoacán demuestra lo que ocurre cuando se deja crecer al crimen organizado. La mayor amenaza para nuestros pueblos es este fenómeno, y debemos enfrentarlo con una verdadera política de Estado”, expresó.
Calderón también mencionó los asesinatos del líder limonero Bernardo Bravo, de su hijo —ocurrido una década después— y del alcalde Carlos Manzo, como ejemplos de la persistencia del problema.







