La llegada de Claudia Sheinbaum Pardo a la Presidencia de México el 1 de octubre de 2024 marcó un punto de inflexión en la historia del país. Por primera vez, una mujer encabeza el Poder Ejecutivo, un hecho que trasciende la política y se convierte en símbolo de justicia histórica y avance social.
Este momento representa la culminación de décadas de lucha feminista y ciudadana, en las que miles de mujeres abrieron paso en espacios tradicionalmente reservados para los hombres. Lo que durante años parecía una aspiración lejana, hoy se materializa en una realidad que puede inspirar a nuevas generaciones de mexicanas a alcanzar posiciones de liderazgo.
Durante gran parte del siglo XX, la participación política femenina fue limitada. No fue sino hasta 1955 cuando las mujeres pudieron votar por primera vez en una elección federal, y ese mismo año Aurora Jiménez de Palacios se convirtió en la primera diputada federal. Décadas después, Griselda Álvarez Ponce de León rompió otro techo de cristal al asumir la gubernatura de Colima entre 1979 y 1985, siendo la primera mujer en ocupar un cargo de ese nivel en México.
A lo largo de los años, la representación femenina fue creciendo paulatinamente. Las reformas en materia de paridad de género, especialmente la aprobada en 2019, permitieron que más mujeres ocuparan curules, presidencias municipales y cargos ejecutivos. Para 2023, México alcanzó un récord histórico con diez gobernadoras en funciones, y Norma Piña Hernández se convirtió en la primera presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
El triunfo de Sheinbaum consolida este proceso y proyecta un mensaje claro: la igualdad ya no es una promesa, sino una realidad en construcción. Su llegada a la presidencia no solo redefine el liderazgo político del país, sino que también reafirma que las mujeres mexicanas pueden ocupar cualquier espacio donde se tomen decisiones trascendentales.