13 de Septiembre; poderycritica.- (Notimex).- El narcotráfico se transformó en un tema prioritario en Argentina ante el aumento de secuestros y consumo de drogas, detenciones de narcos extranjeros, procesamiento de funcionarios de alto nivel y denuncias de todos los sectores.
Este problema generó un debate permanente entre los argentinos desde que, a fines de 2013, la Iglesia Católica emitiera un documento titulado “El drama de la droga y el narcotráfico” en el que denunció que el país corría el riesgo “de pasar a una situación de difícil retorno”.
Hasta entonces sólo se hablaba ocasionalmente del narcotráfico, pese a que a principios de los años 90 ya había estallado el primer gran escándalo por la relación entre el poder político y el crimen organizado, denominado el “Yomagate”.
Dicho escándalo, en 1991, involucró a Amira Yoma, cuñada del entonces presidente Carlos Menem, en un millonario lavado de dinero producto del tráfico de cocaína desde Argentina a Estados Unidos y Europa, en un caso en el que participaban funcionarios y que quedó impune.
En esos años, en la provincia de Buenos Aires se instalaron para siempre las sospechas sobre los vínculos de la Policía y de políticos locales, desde intendentes y concejales hasta diputados y senadores, con el narcotráfico.
La guerra de los cárteles colombianos en los 80 derivó en la llegada de más cocaína a Argentina, ya que entre 1983 y 1986, el decomiso de esa droga se quintuplicó, alcanzando 381 kilos, pero siguió creciendo hasta llegar al récord de seis mil 306 kilos incautados en 2012.
Los narcos fortalecieron la condición de Argentina como país de tránsito y el tráfico creció a la par del consumo, ya que datos oficiales revelan que entre 1994 y 2013, el nivel de ciudadanos que admitió haber probado drogas ilegales pasó de 0.5 a 11.0 por ciento.
El segundo gran escándalo relacionado con el narcotráfico se destapó en 1999, cuando las autoridades descubrieron que el mexicano Amado Carrillo Fuentes, alias “El señor de los cielos”, líder del cártel de Juárez, había lavado unos 25 millones de dólares en Argentina.
Ese caso también quedó impune, pero casi una década después, en 2008, los narcos mexicanos volvieron a Buenos Aires para traficar efedrina y fabricar metanfetaminas que enviaban a Estados Unidos, previa escala en alguna costa o aeropuerto mexicano.
La investigación en la que se detuvo a una treintena de mexicanos y argentinos reveló el tráfico de por lo menos 40 toneladas de efedrina con ganancias de hasta 500 millones de dólares, y su relación con una mafia que vendía medicamentos vencidos o robados.
El auge del narcotráfico volvió a quedar en evidencia en 2013, cuando la ciudad de Rosario sufrió una inédita ola de violencia entre las bandas locales distribuidoras de drogas y el gobernador de Santa Fe sufrió un atentado.
Para entonces, ya habían sido procesados los jefes policiacos de Santa Fe y Córdoba, dos de las provincias más importantes del país.
Apenas el mes pasado una jueza sorprendió al procesar a José Ramón Granero, exsecretario de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), organismo que coordina las políticas nacionales de lucha contra las adicciones.