Washington, Estados Unidos, 01 Diciembre, poder&crítica.- El fiscal especial de la trama rusa, Robert Mueller, acusó al exconsejero de Seguridad Nacional, Michael Flynn, de haber mentido al FBI sobre sus conversaciones con el antiguo embajador ruso, Sergey Kislyak.
Flynn, aceptó esta mañana los cargos en un claro indicio que ha empezado a cooperar. Es el mayor golpe hasta la fecha en una investigación que tiene a la Casa Blanca contra las cuerdas y que ya contaba con tres imputados: un asesor que dio falso testimonio sobre sus conexiones con Rusia, y el antiguo jefe de campaña y un socio por fraude y delitos fiscales.
El conflicto fue una conversación mantenida entre Flynn y el embajador a finales de diciembre pasado, al tiempo que Obama anunciaba la expulsión de 35 diplomáticos rusos por la injerencia del Kremlin durante la campaña electoral. La llamada pretendía atemperar la respuesta de Vladímir Putin a las sanciones. Flynn, en aquel momento sin un cargo oficial, dio a entender al embajador que si Moscú se moderaba, les sería más fácil reequilibrar las relaciones cuando llegasen al poder el 20 de enero. Tras esta conversación, el presidente ruso decidió no tomar ninguna represalia contra Estados Unidos.
Posteriormente, al ser interrogado por el FBI cuando aún era consejero de Seguridad Nacional, Flynn negó haber discutido con el embajador ruso las sanciones al Kremlin. Esta versión ofrecida a los agentes federales entró en flagrante contradicción con las grabaciones de dicha charla obtenidas por los servicios de contraespionaje estadounidenses. Las escuchas, en manos de la fiscal general interina, Sally Yates, abrieron una profunda crisis. Flynn no sólo había negado las conversaciones con Kislyak al FBI, sino también al vicepresidente, Mike Pence. Esta mentira le hacía susceptible, según el Departamento de Justicia, de chantaje por parte del Kremlin. Yates pidió por ello su cese inmediato. Trump, a regañadiente, se lo concedió. El teniente general apenas había durado 24 días en el cargo.
Flynn fue considerado uno de los grandes valores del Ejército. Brillante y disruptivo en el campo de batalla, estuvo al cargo de los operativos de inteligencia de unidades de élite como los SEAL y Delta Force, y en 2012 pasó a dirigir la Agencia de Inteligencia Militar.
En la agencia su incapacidad para el diálogo, sus continuas agresiones verbales a subordinados y jefe, y su acendrada islamofobia quebraron su liderazgo. En 2014 fue destituido.
Tras dejar el empleo militar, el teniente general abrió una consultoría, Flynn Intel Group. Un negocio de influencia que no tardó en caer en la órbita de Rusia y de Turquía.
Como asesor recibió pagos de la compañía de ciberseguridad Kaspersky y de la aerolínea Volga-Dnepr. También trabajó para el grupo mediático estatal ruso RT, al que CIA considera uno de los eslabones de la campaña de intoxicación contra Hillary Clinton. Mimado por Rusia, en 2015 llegó a asistir a una cena pública en la que se sentó en la misma mesa que Putin.
(Lajornadamaya)