No se me ha antojado, never, ver la zaga de películas de ese nombre. Quizá porque veo esa lucha diaria de tantos mexicanos por conseguir lo elemental. Me deprime ese título Y el nombre de la columna de hoy también se inspira en la “cruzada contra el hambre” que se hace en este sexenio, que ha sido precedida por otros programas, como desayunos escolares, por ejemplo. Qué triste un país donde los padres no le puedan dar de comer a sus hijos. Claro que en toda sociedad hay que proteger a los desvalidos. Lo que no se vale es que los desvalidadores nos sigan engañando con el disfraz de la oveja Ese uno por ciento del país que tiene la mitad de la riqueza nacional, nos sigue dando espejitos a cambio de oro Dirán que no me gusta nada. Que todo lo critico. Claro que per se es innegablemente bueno dar de comer al hambriento. Hasta la biblia lo dice. Lo que pasa es que cuando no se hacen las cosas a fondo. Cuando no se hacen “de verdad”, el resultado es siempre al revés. Si hablas mal de una gente y no es cierto lo que dices, al final lo que dijiste se vuelve contra tí. ¿Le van a dar de comer a todos todo el tiempo? ¡Seguro que no! ¿Hay un plan para ir enseñando a la gente a ser autosuficiente? ¡Seguro que no! ¿Es un plan electorero ? ¡¡Seguro que sí!! El problema es que órgano que no trabaja, se atrofia. Leí que la gente de un pueblo de la sierra de Guerrero que no estaba ni en el mapa, cuando supo que regalaban comida bajó, ipso facto, a reclamar su aguayón. Antes se autoabastecían. El problema es que si le resuelves los problemas a tu propio hijo sin enseñarle el cómo, lo estás volviendo inútil. La misma historia de siempre en nuestra política: la simulación. Claro que si se puede escoger guisado pues me apunto. ¿Cruzada? ¡Cruzados!, como decimos cuando alguien mezcla alcohol y drogas y pierde la cordura. Le digo a mi nieto más bondadoso: ¿verdad que le vas a compartir de tu refresco a tu hermanito? Y me contesta: ¡claro que no! El problema de dar sin inteligencia, plan o razón de fondo, me recuerda el cuento de un loco que estrangulaba a sus parejas (quizá no estaba tan loco). Lo meten a la cárcel y lo evalúan cada año. Le preguntan: ¿qué harías si conoces a una mujer? Contestaba invariablemente, ¡la ahorco!. Un psiquiatra le tenía fé, porque, como muchos locos, era muy simpático. Pasan los años. Le preguntan: ¿qué harías si conoces a una mujer? Contesta: la invitaría al cine. Lo examinadores se miran entre sí. Su psiquiatra, feliz. ¿Qué más?, le preguntan. Contesta: luego la invito a cenar. Todos empiezan a decir, este cabrón ya se curó. ¿Qué más harías? , le insisten. Contesta, bueno, soy joven aún y me han tenido encerrado varios años. Pues la invito a un hotel. ¿Qué más? , le pregunta su psiquiatra, encantado. Bueno, responde, la desvisto lentamente. Hay que disfrutar el momento. ¿Qué más?, le preguntan, ya morbosamente. Pues le quito el brassiere y los chones dice el ex loco… Dice el Psiquiatra, ¿ya ven? Está curado. Hay que liberarlo iban a firmar su excarcelación. Una última pregunta: ¿qué más le harías? Y contesta el tipo: pues le quito las medias y ¡¡la ahorco!!. Pa’ dentroooo, dicen todos. Eso es lo que nos pasa. No estamos curados. Lo regalado a la pendeja no se aprecia. Lo usamos para cantidad, no para calidad. No mejoran sus viviendas. No estudian con el dinero que se les da. Lo usan, como el del cuento, para lo único que saben hacer: REPRODUCIRSE. Quizá exagero. Pero es para subrayar el problema. Au revoir.
Edén Moheno Rosado