Sin duda el peor representante que la clase política – y el peor priísta en mucho tiempo – haya tenido desde que tengo memoria, lo cual es mucho decir, es Javier Duarte.
No solo desvió millones de pesos de forma por demás grosera, aumentó la inseguridad de Veracruz de manera exponencial y generó un repudio a su alrededor por parte de toda la población de ese estado; Jugó con la salud, y jugó con la salud de los infantes que padecen cáncer. Eso no se vale.
Es por eso que todos al unísono exigen justicia, no solo para él, también para todo aquel que resulte involucrado en los malos manejos que van saliendo a la luz día tras día. Y que no sea solo cárcel, que devuelva hasta el último centavo sustraído de las arcas estatales.
Pero, ¿por qué se le veía tan tranquilo y sonriente al momento de su detención? ¿a causa de qué se le permitió a su esposa salir al extranjero? ¿Qué motivó a AMLO a decir que es un chivo expiatorio?
Solo podemos especular, y en el terreno de la especulación se rumora que las respuestas a las preguntas anteriores y otras tantas, obedecen a que Duarte sabe todo de todos y por eso le tienen miedo.
Algunas publicaciones aseveran que existen videos de cada negociación lícita o ilícita que implicó intercambio de dinero por algún bien o servicio.
Al respecto, todos se deslindan, nadie sabe nada y exigen el más severo castigo que la ley pueda prodigarle al ex gobernador de Veracruz.
Panistas y priístas alzan la voz con respecto a los supuestos pagos que le hicieran a MORENA a cambio de no cerrar una presa en Coatzacoalcos y solicitan a las autoridades esclarecer los hechos a la brevedad posible.
AMLO dice que Duarte lo acusará de hacer negocios sucios con él, pero que todo es mentira. Difícil creerle al tepetiteco. Dicen que sobre la esposa de Duarte no pesará ninguna acusación, como pago al silencio sobre las pruebas de los sucios secretos que obran en su poder. Suena bastante lógico, viendo que la señora de Duarte se encuentra en Inglaterra en este momento y las autoridades mexicanas han dicho que no hay elementos para señalarla como cómplice, por lo menos de momento.
Todo lo anterior me deja dos cosas claras: Todos los políticos son iguales y el combate a la corrupción, no deja de ser una simulación.
Revista edición impresa año 8 #135
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